sábado, 10 de noviembre de 2012

Bolaven Plateau (Meseta del Bolaven).



10 a 13 de Noviembre de 2012.

Hacia Paksong.

A la hora prevista la minivan y su conductor nos estaban esperando a la puerta del hotel. La primera sorpresa grata fué ver que era el mismo vehículo y mismo conductor que utilizamos el día anterior para ir a Champasak. Metimos nuestras maletas y comenzamos la ruta que nos llevaría en esta primera jornada a Paksong, a 50 kms de Paksé. Antes de llegar pararíamos por el camino para ver las primeras cascadas, las plantaciones de café y lo que nos fuera ofreciendo el camino.


Para nosotros fué una buena noticias saber que el conductor para estos días sería el mismo del día anterior pues habíamos quedado muy contentos con él. Su nombre, según nos dijo, es Hop ( esa es la forma de pronunciarlo aunque seguro que se escribe de otro modo) y ya éramos conocedores de que no sabía ni una palabra de inglés. Pero, como iremos comprobando mas adelante, nos entendimos perfectamente, mejor que si hablara español fluidamente. La ruta seguida es la señalada en rojo, saliendo de Paksé y regresando al mismo lugar.

Tat Fane

Tat Fane

Tat Fane

Tat Fane

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Hop y la minivan.

Bolaven quiere decir " el hogar de los laven". Son la principal etnia de la zona junto con los katus, los alaks y los suays. Fueron los franceses los que se dieron cuenta de que esta meseta llana ( situada a una altura entre 1000 y 1.300 metros) de tierra fértil y clima suave era ideal para la plantación de café, caucho y platanales, cosa que hicieron a principios de siglo hasta que los bombardeos americanos  de la guerra de Vietnam hicieron huir a todos aquellos que se habían establecido allí; es una de las zonas más bombardeadas de Laos y ahora, después de la limpieza de muchas zonas, vuelven a cultivar café y fruta.

Un  enlace para obtener más información: http://www.bolaven.com/

Tengo que mencionar que la ruta que hacemos por el Bolaven es la que menciona nuestro amigo Antonio en su blog ( eltaravitazo.com) .

Tat Cham Pee
A los pocos kilómetros de salir Hop decidió parar, al lado de la carretera, para viéramos a una familia de herreros que fabricaban sus aperos de labranza y cuchillos. Continuamos camino y rato después hizo lo mismo para visitar una plantación de café. La tierra era rojiza, había nubes en el cielo aunque estaba un buen día y el calor no era tan sofocante como en otros lugares. En el km 38 nos desviamos a la derecha para ver las cascadas de Tat Fane situadas junto al resort del mismo nombre. Hay que pagar una entrada para acceder.  La vista desde allí permite ver enfrente una caída de dos cascadas de 100 metros de caída en medio de la selva. El espectáculo es impresionante y el ruido del agua cayendo en la distancia relaja la vista y la mente. No sirve de mucho describir lo que se ve y es mejor mirar la fotos.

Tat Cham Pee
A continuación y casi enfrente, cruzando la carretera y adentrándose unos dos kilómetros llegamos un pequeño campo donde el coche tenía que parar y bajamos un camino que nos llevó a otra cascada con mucha menos caída pero igualmente hermosa y a la que pudimos acercarnos hasta su base caminando por la orilla del río. Se trataba de Tat Cham Pee. A la vuelta, Hop nos esperaba en el cobertizo-bar en el que tomamos nuestro primer café del Bolaven, uno de los mejores del mundo según los expertos.





Quisimos invitarlo pero rehusó.

Continuamos carretera adelante en dirección a Paksong y un poco más allá ( en el  km 39 ) llegamos a  Tat Yuang una preciosa cascada doble. En la parte de arriba hay un camino que cruza dos ríos y se puede ver como se precipita el agua al vacío y mas abajo un camino permite bajar hasta una colina que se sitúa justo enfrente de la caída de las cascadas. El vapor se extiende por un buen trecho y el suelo ( aunque es un camino de tablas) está mojado y por lo tanto resbaladizo pero merece la pena refrescarse y ver de frente como, a pocos metros, caen las dos magníficas cascadas.

Tat Yuang
Tenemos que decir que apenas había gente en lo visto hasta ahora. Quizás porque no hay mucho turismo en estas fechas. Sólo algunas personas en Tat Fane y Tat Yuang y nadie en Tat Cham Pee.
Tat Yuang
Ya había pasado la hora normal de comer ( sobre las 13h en Laos) así que compramos algo de fruta para poder continuar camino. Pronto llegamos a Paksong y allí buscamos alojamiento en el Phu Thevada que recomienda Antonio, pero en el mismo lugar, los dueños tienen dos edificios, uno con precios más bajos y otro, el hotel Phu Thevada con precios más elevados y que pertenecen a la misma dueña. En el hotel las habitaciones costaban el triple que en el otro edificio pero llegamos a una acuerdo con la dueña que nos hizo un descuento y nos incluyó el desayuno. El edificio es casi nuevo y las habitaciones son muy amplias, con aire acondicionado y un buen baño. Tomamos algo en el restaurante que tienen para aguantar hasta la cena. Ya duchados salimos a dar una vuelta por Paksong porque la tarde ya avanzaba inexorable y quedaba poco tiempo de luz.

Tat Yuang
En el Bolaven se cultivan tres variedades de café, Robusta, Arabica y Libérica aunque  la mayor parte de la producción es de Robusta que parece que se adapta mejor a ese clima y terreno. Paksong es la capital del café y es una población pequeña, a lo largo de la carretera, que no tiene mucho interés salvo para ser base de visitas a las zonas de los alrededores. Caminando por la carretera vemos que a esta hora de la tarde la gente regresa de los cafetales y muchos tractores vienen con su preciada carga. Hasta hace unos años los cultivadores sólo podían vender su café a dos o tres grandes empresas que fijaban los precios y mantenían a la gente en una situación de  dependencia tal que no podían prosperar con los precios fijados. Desde hace unos años, con ayuda extranjera, se formó una gran cooperativa de cultivadores y ya obtienen un precio que es el triple del que conseguían antes , lo que permite un desarrollo sostenible de la gente que vive del café.












Paksong.

Calle principal de Paksong.

Hotel Phu Thevada al fondo.
Caminando por la carretera nos encontramos con un local llamado Coffe, que no es otro que el conocido como Mr Coffe que muchos viajeros mencionan en sus blogs, regentado por un holandés casado con una nativa, que dice tener wi-fi y del yo había leído poco menos que maravillas. Fué una gran decepción; el lugar esta sucio y mal atendido e ignoro si tiene wi-fi, pero no merece la pena desde luego. Como las sombras iban bajando lentamente regresamos al hotel y jugamos una partidita al cabrón mientras se acercaba la hora de la cena; al poco fueron llegando muchas mujeres al restaurante que celebraron allí una cena en medio de una gran animación.
(izda. el lujoso hotel)
 De la cena podemos decir que fué muy normal ( aunque el sitio se las dá de ser el mejor de la zona...y puede que lo sea), abundante eso sí, con un servicio lento y desganado. La temperatura había descendido notablemente con respecto a la del día y creo fué la noche más fresca, pero no fría, que habíamos tenido hasta ahora. El desayuno del día siguiente también fué pobre; querían darnos café de sobre, estando como estábamos en la capital del café, pero reclamamos y tras una buena espera nos trajeron el café de verdad. Como resumen del Phu Thevada podemos decir que el hotel y las habitaciones están muy bien pero el restaurante sólo merece un aprobado y el servicio un suspenso claro. Mañana marchamos camino de Attapeu.

De Paksong a Attapeu. 
Al levantarnos vimos que había rocío sobre el campo y la mañana estaba fresca, pero el sol ya pugnaba por salir sobre la niebla que se había extendido sobre un monte cercano. Puntual, como siempre, Hop nos esperaba. Hoy tendríamos una larga jornada hasta llegar a Attapeu y suponíamos que la carretera no iba a ser tan buena como hasta ahora. La carretera que íbamos a tomar era la Ho Chi Min Trail, que se hizo famosa durante la guerra de Vietnam porque era la ruta de aprovisionamiento de las tropas comunistas; transcurre por una de las zonas más salvajes de Laos y también más bellas. Selva, grandes cascadas y ríos y un paisaje sublime. A los pocos kilómetros nos desviamos a la derecha, (la carretera asfaltada sigue hasta Sekong y es otra forma de ir hasta Attapeu), para coger la ruta Ho Chi Min y entramos en una carretera de tierra rojiza, como es la del Bolaven, y empezamos a disfrutar de un paisaje muy hermoso, salpicado de cuando en cuando por pequeños poblados. De cuando en cuando mandábamos a Hop parar para hacer unas fotos. Durante el camino nos fué ofreciendo plátanos que había comprado y también botellas de agua fresca que llevaba en una nevera ( esto desde el primer día). La gente que vive por esta zona pertenece a alguna de las etnias que ya mencioné más arriba ( laven, katus..etc) y vive de lo que cultivan; es una agricultura de subsistencia ( slavo los que viven de las plantaciones de café) como ocurre por todo el país y se puede observar a la gente con total tranquilidad pues la hospitalidad es igual por todas partes. Las casas son madera, sobre pilotes, y los niños, los cerdos y cualquier otro animal doméstico circular por los alrededores de las casas con total tranquilidad. Nuestro visita estrella para hoy ( según nuestras previsiones) era la cascada de Tat Katamkok, la más alta de Laos y algo difícil de encontrar, dicen. Recordábamos cuando nos dirigíamos hacia ella el relato de su descubrimiento de Antonio el Taravito.
Tat Katamkok.
Tat Katamkok.

En un momento dado surgió una duda sobre que carretera seguir pues llegamos a un cruce sin señalizar y las dos carreteras parecían ser igual de importantes. Hop tuvo que preguntar a una campesino que encontramos para asegurarse. En este punto nos dimos cuenta que, en este caso, disponer de conductor fué fundamental, porque nosotros no nos hubiéramos entendido fácilmente. Además la carretera tenía muchos baches en algunas zonas por lo que el avance fué lento aunque no importaba porque podíamos disfrutar mejor del paisaje. La carretera de tierra rojiza continuó durante bastantes kilómetros  pero llego un momento en que se hizo más ancha y empezamos a ver maquinas trabajando en una nueva carretera, mucho más ancha, con puentes nuevos que estaban construyendo y fué así durante muchos kilómetros, casi cerca de Attapeu. Llegamos a un lugar en el que vimos una indicación de unas cascadas y Hop nos preguntó si queríamos ir a verla, le dijimos que sí, por supuesto; había que desviarse a la derecha por un camino estrecho ( dos kilómetro decía la señal) por que apenas cabía el coche y casi nos arrepentimos pues los dos kilómetros era por lo menos cinco y no dimos la vuelta porque era imposible girar el coche en aquel camino estrecho; pero por fin llegamos y para nuestra sorpresa nos encontramos con una edificaciones, bungalows sencillos, y unos guías que ofrecían excursiones para ver la zona. A lo lejos se podía ver una extraordinaria cascada pero llegar hasta la base para poder verla mejor llevaba 4 ó 5 horas de camino por la jungla, con el guía. Nos contentamos con verla desde allí y dimos una pequeña caminata para buscar un punto de vista mejor pero la vegetación no nos permitía ver mucho más. El calor ya apretaba y antes de regresar a la carretera principal tomamos un té en aquel lugar. Tenían alojamientos muy sencillos y sin duda es un buen lugar para hacer alguna excursión desde allí. No había ningún visitante más. No puedo recordar el nombre de estas cascadas y no lo pude encontrar tampoco investigando por internet.
La carretera continuaba con obras por todas partes; se vé que quieren hacer más accesible esta zona que sin duda puede convertirse un reclamo turístico de primer orden dada la belleza de las cascadas y del paisaje en general; esto traerá recursos para los habitantes de la zona pero, por contra, también supondrá la perdida de territorio virgen y salvaje que es ahora. Esperemos que sepan armonizar desarrollo y mantenimiento del entorno.
Poco después Hop se desvió un poco a la derecha y se detuvo. Nos bajamos y vimos como una taquilla para cobrar entrada que estaba totalmente abandonada y semiderruida y enseguida oímos el fragor del agua que caía a lo lejos. Junto a una rudimentaria barandilla de bambú al borde un precipicio nos asomamos y enfrente, lejos, apareció la magnífica Tat Katamkok que nos ofrecía todo el esplendor de su belleza con una caída de más de 120 metros. El único inconveniente es sólo se podía observar desde ese punto  y lo bueno hubiera sido acercarse así que intentamos buscar un camino de bajada y encontramos uno pero tuvimos que dar la vuelta porque no llevaba a ningún lado y había peligro de despeñarse; lo intentamos buscando otra bajada adentrándonos por detrás de la caseta de la entrada pero tampoco encontramos nada. Supongo que cuando terminen la carretera y todo esto sea visite  por una buena carretera habrá modo de acercarse a esta maravilla aunque este lugar solitario y salvaje merece no ser hollado, al menos demasiado.
Daba pena abandonar aquel lugar pero teníamos que continuar camino; al poco Hop paró de nuevo y no sabíamos bien el motivo porque no veíamos nada extraordinario ( aparte del paisaje) pero nos señaló un montículo de tierra movida por la obra y nos subimos y pudimos contemplar otra preciosa cascada, mucho más pequeña que la precedente, pero igualmente hermosa y esta  estaba muy cerca  e incluso en ese momento el vapor de agua junto los rayos del sol formaban un precioso arco iris en su base. Luego nos indicó que podíamos acercarnos por un camino un poco más arriba. Había máquinas y de la carretera y gente trabajando y ya cerca del río unas casetas de bambú y madera con gente que preparaba la comida para los obreros. Al llegar a la orilla del río nos sorprendió una gran cantidad de mariposas, amarillas la mayoría aunque las había de otros colores, que revoloteaban a cientos junto al agua y aunque nos acercábamos y nos poníamos entre ellas no se iban sino que volaban en torno a nosotros. Fué una maravilla ese lugar y disfrutamos de él un buen rato.

La anécdota de ése día es que Hop llevó a J. por otro camino para enseñarle el inicio de la cascada, mientras nosotros nos entretuvimos haciendo fotos a la multitud de mariposas, cuándo aparecieron unos niños para bañarse.....Y muy típico: cómo no estabamos dónde nos habían dejado, arrancaron y la situación era graciosa sobretodo para los lugareños... viendonos correr detras de la Van agitando los brazos y gritando y los otros sin enterarse. ... (después de 2 km. más o menos se dieron cuenta que habíamos quedado en tierra).
Un poco después llegamos a un cruce y terminó la carretera de asfalto; hacia la derecha estaba Attapeu y hacia la izquierda Sekong; continuamos a la derecha y después de unos rápidos ( en comparación con todo el trayecto anterior) 24 kms. llegamos a Attapeu.

Ya en tiempos del reino de Lang Xang exitía el emplazamiento de esta población. Durante la guerra de Indochina fue el centro de la resistencia en la zona sur de Laos y de ahí le viene el nombre de ciudad del heroísmo. La ciudad fué destruida totalmente durante esta guerra y también durante la guerra de Vietnam puesta formaba parte de la ruta Ho Chi Min. En la actualidades una ciudad apacible con construcciones nuevas y punto de partida de numerosas excursiones para visitar el este en dirección Vietnam o el Oeste hacia la meseta del Bolaven. Está a orillas del río Xe Kong y su afluente Xe Khaman. Existen varios espacios protegidos en las proximidades. Muchos de los habitantes, por la proximidad con la frontera, son vietnamitas y al igual que en todo Laos la gente es muy amable. En nuestro caso Attapeu era la parada elegida para continuar nuestra visita al Bolaven. Nuestra intención era alojarnos en el Attapeu Palace Hotel que ya no existía como tal sino que había cambiado de nombre y el actual es Hoang Ann Attapeu Hotel; está totalmente reformado hasta tal punto que parece nuevo y es propiedad de vietnamitas, desde luego el aspecto del hotel es el que mejor pinta tiene de todos los que vimos hasta ahora; por ejemplo en el hall aparte de ordenadores para conectarse también tenían una impresora para uso de los clientes cosa que aprovechamos para imprimir las tarjetas de embarque del vuelo de Ubon Rathachani a Bangkok que habíamos comprado por internet unos días antes. Llegamos a un acuerdo con el precio que nos pareció razonable y nos instalamos; las habitaciones eran, sin duda las mejores hasta el momento. El gran comedor estaba vacío pero nos prepararon la comida que no estuvo mal.









 

Attapeu.
Después de un breve descanso salimos en dirección al río cruzando a través de un templo donde la vida cotidiana de los monjes daba color y vida a los siempre alegres edificios y estatuas. Después caminamos por una calle perpendicular al río encontrándonos con la gente, siempre amable, que descansaba o hacía sus labores en las bonitas casas, aunque sencillas muchas de ellas, que flanqueaban ambos lados. Attapeu es una ciudad pequeña, pero es muy extensa porque las casas están bastante separadas y casi todas tienen un pequeño terreno a modo de jardín; vista desde lo alto del hotel se puede observan un gran llanura en la que las casas apenas se vislumbran entre multitud de palmeras. El río Xe Kong es caudaloso y la ribera  era tranquila, con grandes árboles y de vez en cuando algún puesto de bebidas. No vimos a ningún extranjero en todo el tiempo que llevábamos en la ciudad. Nos sentamos en la terraza en sombra de uno de ellos y pedimos unas Bear Lao para refrescarnos y relajaros viendo el río; pocos extranjeros pasaron por allí pues nada más vernos se pusieron nerviosos por complacernos y nuestra sorpresa fué que las cervezas estaban calientes aunque estábamos viendo un nevera allí mismo...pero "no problem", al poco llega un chico con una bolsa de hielo...en fin, cerveza con hielo, que no es lo mismo que cerveza fría, pero estamos en Laos y el sol decide ir escondiéndose tras la otra orilla y estábamos a gusto en aquel lugar. Poco más que decir del resto del día. Cena en un restaurante vietnamita llamado Thi Thi, buena comida y barata, y regreso al hotel.


De Attapeu a Tat Lo

Temprano, como todas las mañanas, salimos de Attpeu. La carretera que tendremos durante todo el día será asfaltada por lo que el trayecto será más corto, al menos eso esperamos en un principio aunque luego el camino nos dirá cuanto tardaremos.







El día era soleado, como todos, y disfrutábamos del paisaje siempre verde, con vegetación, pequeños poblados y apenas tráfico en la estupenda carretera. Le dijimos a Hop que parara en un lugar donde vimos unas cuantas casas y gente. Junto a una especie de cobertizo estaba una madre con sus hijos y otra mujer que parecía ser la abuela. Nos permitieron hacerles unas fotos y también las hicimos a las casas que vimos por allí. La abuela ( no es seguro que lo fuera) posaba especialmente mientras se peinaba y le gustaba que le hiciéramos fotos. En el fondo siento que, muchas veces, estamos robando su vida intentando captar lo que para nosotros es una situación y una forma de vida exóticas pero cuando la gente colabora parece el que el robo no es tal.


Al ver éstas fotos no puedo dejar de contar la situación que se reproduce muchas veces: cada uno de nosotros en las paradas se dedica a fotografiar por su lado y a veces hasta nos perdemos.... Y en ésta ocasión la primera que apareció fué la supuesta abuela, peinandose y explicandome cosas que me costaba entender, luego la más joven con el pequeñito en brazos y otro de 3/4 años, ambos mirandonos con bastante recelo, incluso el pequeño se púso a llorar al acercarme, signo de que no estan acostumbrados a ver gente de rasgos distintos, quizás fuesemos los primeros occidentales que viesen.. Y después de esa breve conversación, se acercaron mis compañeros y mientras ellos les hacían fotos la paisana mayor insistía en algo que me costaba creer: que me llevase al pequeño de los niños...  Es una situación que yá viví en otros paises y que deja a uno sin saber qué hacer....

Continuamos y al poco llegamos a Sekong; paramos en la carretera que lo cruza en un puesto que vendían bebida y chucherías que estaba regentado por una madre y sus hijos mientras el marido, al lado, ejercía de mecánico reparando una moto. Compramos unas cuantas chucherías que ellos mismo vendían y se las dimos a los niños que se pusieron muy contentos. Después nos adentramos pueblo adentro a través de una de las calles y vimos las casas con huertos, la gente que se protegía en la sombra y más niños jugando que también posaron contentos.

Continuamos camino y más adelante Hop se desvió un poco a la derecha ( nosotros le dejábamos hacer porque siempre nos llevaba a algún lugar interesante) y llegamos a un poblado muy organizado, con casas ( al estilo tradicional) bien construidas, con electricidad y que tenía el aspecto de ser algo organizado desde fuera como así era pues se trataba de un poblado akha financiado por ONGS de diversos países. Sobre los akhas hablaremos un poco más adelante. Aquí Ana Gloria jugo al fútbol con unos niños mientras Ana y yo hacíamos fotos. La gente mayor del poblado parecía apática y algunas mujeres fumaban en pipas de bambú. Un guía local nos decía que era tabaco pero no lo parecía por el brillo de los ojos de las mujeres (¿quizás opio?). Sin embargo los niños tenían la vitalidad que tienen en todas partes y ya cuando íbamos  marchar vimos que llegaban mucho niños que venían del colegio, vestidos con sus uniformes. Es el intento de conseguir que estas gentes salgan del estancamiento en que su cultura les mantiene desde siempre con la intención de integrar a las nuevas generaciones en la forma de vida actual. Supongo que no es malo ese intento aunque ello signifique perder costumbres ancestrales.
Continuamos viaje, paramos cuando queríamos hacer alguna foto y pronto llegamos a un nuevo poblado, el Kok Pung Tai village, que está habitado por gente de las etnias Alak, Katu, Ngae y Ta-Oy. El poblado se inició en 1974 con tres familias procedentes de una zona situada a 70 kms y se instalaron aquí porque  la tierra era mejor. Desde 1985 se incrementó notablemente el número que gente que se trasladó al lugar. La forma del poblado es circular, con casas en torno a una especie de plaza. Según nos comentó un chico que nos hizo de guía voluntario ( sin pedir nada a cambio) la gente vive según las viejas costumbres de sus ancestros aunque algunos niños acuden a la escuela. En los bajos de muchas de las casas están los ataudes de madera que servirán para cuando mueran. Son animistas y veneran a sus antepasados. El poblado tiene tres jefes, la persona de mayor edad, el chamán y el que tiene más conocimientos ( en la actualidad alguien que tiene algún tipo de estudios). Nos fué contando algunas de las costumbres, comunes con los Akhas también, como por ejemplo que cuando una mujer va a dar a luz se marcha al bosque una semana antes ( no sé cómo lo calculan) acompañada de otra mujer hasta que llega el niño. En la plaza tienen varios postes verticales que sirven para los sacrificios rituales. Por ejemplo, en el poste mayor, es donde se ata al búfalo que va a ser sacrificado. Los otros son para los cerdos. Nos llamo mucho la atención ver que varios niños estaban fumando las pipas de bambú que habíamos visto en el poblado anterior. Eran niños de 7 u  8 años. Según nuestro informante era algo habitual en su cultura y lo que fumaban era tabaco; me invitaron pero decliné. Señalando a una de las niñas ( de unos 8 años) que andaban por allí me dijo que era la era la esposa de otro niño que me señaló ( de 6 años).

A la entrada del poblado tenían una pequeña escuela y biblioteca que estaban financiados por una fundación y por una guesthouse de Paksé, Sabaydy2.
















Nosotros encontramos, al contrario que el anterior, el poblado bastante descuidado y sucio. Se vé que los cambios son muy lentos y difíciles.

Una excelente y completa información sobre los Akha (de costumbres muy parecidas a las de esta gente) se puede encontrar en esta página:  http://www.akha.org/




Poso después llegamos a Tat Lo, nuestro destino; cruzamos un puente sobre el río buscando el Tadlo Lodge que encontramos muy cerca después del puente con bungalows justo al lado de la cascada pero tuvimos que llevar las maletas a hombros (porque el camino de llegaba hasta allí estaba en obras y el coche no podía transitarlo) a través de una especie de parque llenos de árboles y de gente que observaba como algunos jóves se tiraban al agua desde una roca. Con la siempre dispuesta ayuda de Hop y de un chico del Lodge solucionamos el problema. Nuestra gran y agradable sorpresa fué encontrarnos a Lynn y Norm (los canadienses de Luang Praban y de Paksé) que estaban alojados allí también. Fué un encuentro de abrazos y pronto nos pusimos a contar las andanzas de cada cual. Ellos habían estado en las 4000 islas dos días, en Champasak y habían alquilado una moto para venir hasta aquí. Los bungalows eran espaciosos, cómodos y con una excelente vista sobre la cascada y el río.

Poblado Akha























Pablado Akha

Tat Lo



Tat Lo
Comimos allí mismo y después dimos una vuelta por el pequeño pueblo. A la hora de la cena coincidimos con Lynn y Norm con los que continuamos hablando de casi todo.


De Tat Lo a Paksé.
Mientras desayunabamos, en la terraza y con aquellas vistas me pareció ver unos elefantes (3 o 4) pasar al fondo y cómo mis compañeros no lo creían, saqué rápido mi compacta que siempre está a punto y así nadie lo puede poner en duda... (ellos también terminaron por verlos...)




Ayer le dijimos a Hop que partiríamos a las 10 de la mañana pues teníamos intención de dar un paseo por los alrededores y además pensábamos que los 80 kilómetros que nos separaban de Paksé no nos llevarían mucho tiempo. Así que cruzamos el puente en dirección al pueblo y ascendimos río arriba por el margen izquierdo llegando a otra pequeña cascada. El paseo fué muy agradable en aquellas horas tempranas cuando los monjes que dormían en una plataforma cerca de la cascada principal se desperezaban (se supone que estaban de excursión allí y dormían en aquella plataforma de madera lo cual no suponía pasar frío porque no lo hacia en absoluto) y la vida tranquila del pueblo se ponían en marcha.
Un poco antes de las 10 Hop ya estaba esperándonos para ayudarnos con las maletas ( sin habérselo propuesto) pues como se recordará teníamos que transportarlas a hombros desde el alojamiento hasta el coche bajando unas empinadas escaleras y caminando un trecho de unos quinientos metros. Un poco antes Lynn y Norm salían en su moto con el mismo destino que nosotros; habíamos quedado para vernos esa noche para cenar juntos en La Terrase del hotel Paksé en esa ciudad.

Cuando llevábamos 4 kms. Hop paró junto a la carretera y nos indicó que podíamos visitar otra cascada que había en el lado izquierdo de la carretera pero que no era visible desde la misma. Tres niños que había por allí y vivían en las casas al lado de la carretera se unieron a nosotros para guiarnos ( no había perdida pues el camino era claro pero su intención era ganarse una propina ) y tras caminar unos dos kilómetros llegamos al lugar tras pasar junto a un pequeño río a cuyas orillas había gente trabajando en los huertos; había grandes rocas oscuras y muchas pozas en las había varios niños bañándose y saltando a ellas de rocas más altas y al final un gran murallón de roca por el que caía un pequeño hilo de agua ( llevaba muy poco caudal). En la distancia vimos a Lynn y Norm que ya abandonaban el lugar, seguidos por otros dos niños. El nombre de esta cascada es Tad Suong. A pesar de que tenía poca agua el lugar era muy bonito; terminamos la visita, con los niños detrás, y después de darles la merecida propina continuamos viaje.










Tad Suong.



























Mujer Akha.







Cuando pensábamos que ya íbamos directos hasta llegar a Paksé, Hop nos tenía preparada otras sorpresa: en un punto de la carretera se desvió a la derecha y unos dos o tres kilómetros después llegamos a una lugar donde había otra cascada y un poblado akha. Este lugar estaba bastante frecuentado, sobre todo por laosianos, quizás por la proximidad a Paksé, y no es de extrañar pues es un sitio lleno de grandes árboles y la cascada  aunque no es nada impresionante siempre da sensación de frescor. En el camino que conduce a la cascada hay varios puestos que venden chucherías, refrescos  y otros objetos.  Además había un puente de lianas y bambú para cruzar a la otra orilla del río desde donde se puede ver mejor la caída del agua ; también había un bar en el que tomamos un helado. Además de lo mencionado siguiendo un poco río abajo, cerca, hay un delicioso jardín con unas cabañas entre los grandes árboles y un segunda cascada, más pequeña,  de un afluente del río anterior. Y para rematar, a la derecha del camino que se dirige a las cascadas está la entrada a un poblado akha perfectamente cuidado en medio de campo verde y grandes árboles en el vive la gente de forma plácida; este poblado es un lugar especialmente interesante por la belleza del mismo, perfectamente intregrado en el entorno,  y por la belleza de las construcciones y por el magnífico museo con artesanía y elementos religiosos de esa etnia. Es un poblado construido y financiado por ONGS y el gobierno de Laos. Totalmente recomendable; ese lugar por si solo merece la visita, al margen de lo demás.

Después de esta relajante, aunque calurosa, visita ya continuamos todo seguido hasta Paksé, donde haríamos noche para ir al día siguiente a las 4000 islas, última etapa de nuestro viaje por Laos. Nos despedimos efusivamente de Hop con el que habíamos pasado unos días estupendos. Un buen masaje después de cuatro días sin disfrutar de ninguno nos permitió relajarnos y dejarnos listos para la cena en La Terrase. Sólo añadir que Lynn y Norm no acudieron a la cena tal como habíamos quedado; suponemos que los imponderables del día a día se lo habrán impedido.

Hop


Hop

 








Generalmente los servicios prestados a lo largo del viaje por diferentes personas o empresas no merecen más mención que lo que se pueda comentar, sobre la marcha, en el relato diario; pero en este caso creo que Hop ( nuestro conductor durante estos cuatro días por el Bolaven y un día en Champasak) sí que la merece. Como comenté al principio de este relato sobre Bolaven Hop no sabía ni una palabra de inglés pero nuestro entendimiento fué tan total que el idioma no era obstáculo ninguno. Es realmente difícil encontrarse con una persona tan atenta, tan noble, tan interesada en facilitarnos el viaje y además ejercer de guía sin  pedírselo porque fué gracias a él como pudimos ver algunos lugares de los que nosotros no teníamos noticia y que no hubiéramos visitado de no ser por su iniciativa porque los habríamos dejado de paso. Además de ser un excelente conductor, prudente y cuidadoso en aquellos tramos más complicados tenemos que señalar que siempre intentaba complacernos, sin ningún tipo de servilismo, pues jamás pretendió ( es más lo rechazó siempre que lo intentamos en numerosas ocasiones) que lo invitáramos a comer o a tomar alguna bebida, fue sobre todo un buen profesional y una persona atenta. Siempre fué discreto y cuando llegábamos a un lugar quedábamos a una hora para salir al día siguiente ( siempre fué extremadamente puntual) el desaparecía; al tanto siempre de abrirnos las puertas del minivan ( tanto para salir como para entrar) y aunque nosotros intentábamos anticiparnos casi siempre llegaba antes; cuando parábamos en algún poblado esperaba pacientemente y cuando nos internábamos por el medio de los poblados el nos seguía a una distancia prudencial ( muchas veces no nos dimos cuenta siquiera) a modo de protección aunque en ningún momento sentimos que hubiera sido necesario. Por todo lo mencionado y más cosas que seguro olvido queremos subrayar que fué un un elemento fundamental para haber disfrutado tanto del viaje por el Bolaven; ya comenté que nuestra idea inicial era alquilar coche sin conductor para no perder libertad pero en este caso no sólo no la perdimos en absoluto sino que pudimos disfrutar más y mejor que si hubiéramos ido solos. Por supuesto, al finalizar el viaje y despedirnos, le gratificamos como se merecía.


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