lunes, 5 de noviembre de 2012

Vientiane. Parque de Buda. Savannakhet.

Después de un corto vuelo ( una hora) llegamos de nuevo a Vientiane; era mediodía y fuimos a buscar el alojamiento que ya teníamos pensado ( El Vayakhon Inn) nos encontramos que el precio que nos habían dado días antes había subido por lo que nos enfadamos y fuimos a buscar otro sitio. Al final tuvimos que volver y tragar porque, como ya comenté en la anterior entrada sobre Vientiane, en esos días se celebraban en la ciudad dos congresos internacionales y los hoteles estaban casi llenos en todas partes.
Era mediodía y el sol apretaba como siempre. Unas cervezas, la comida y después a solucionar el siguiente paso, es decir cómo dirigirse al sur. Descartado el alquilar de coche por demasiado caro decidimos que cogeríamos un vuelo hasta Savannakhet ( lo que suponía dejar de ver los interesantes lugares que teníamos previstos entre Vientiane y Savannakhet pero eso es algo sucede cuando se viaja así y lo asumimos) así que conseguimos los billetes de avión para dos días después.
Para nosotros, aunque habíamos estado poco tiempo a la llegada al país, Vientiane ya era una ciudad en la que nos orientábamos y teníamos referencias para movernos por ella; la primera impresión, no muy positiva, se había disuelto y nos quedaban muchas cosas por hacer. La tarde se echó pronto encima y sólo quedaba tiempo para dar una vuelta por la orilla del Mekong para ir a continuación a darnos un buen masaje.


El parque de Buda (Xieng Khuan)

6 de Noviembre 2012.

Xieng Khuan quiere decir ciudad del espíritu.
Luang Pu (venerable abuelo)  Bunleau  Sulilat fue un yogi, sacerdote y chamán que practicó una mezcla de budismo, hinduismo aderezado con simbologías extrañas que representaban a los mitos más diversos. Se puede decir, simplificando mucho, que hizo un poupurri con todo ello y creó una "filosofía" que tuvo muchos seguidores  en Laos y en el nordeste de Thailandia ( construyó en 1978 un espacio similar en en Nong Khai, en ese país). El Xieng Khuan fué construido en 1958 por él mismo y por escultores aficionados que el dirigía; las estatuas son de cemento y están situadas en un parque junto río 24 kms. al sur de Vientiane. Se mezclan esculturas budistas, hinduistas y otras creaciones estrambóticas. El conjunto es realmente sorprendente y merece la pena verlo.
Para llegar allí contratamos un tuk-tuk que nos llevó, nos esperó durante dos horas ( tiempo más que suficiente para verlo) y nos trajo de vuelta. Tuvimos la suerte de que estábamos solos en el parque y lo pudimos ver y fotografiar con total comodidad; tan solo al final llegaron otras cuatro o cinco personas.Yo imaginaba un parque bien grande con las esculturas dispersas por él, pero es más bien pequeño; eso no le quita ningún mérito al lugar, más bien permite verlo muy cómodamente. Se aconseja tomar una cerveza o un coco fresco en el bar, dentro del parque, situado frente al río.
Las fotos os dirán más que lo que se pueda contar aunque esto sólo sea una pequeña muestra.
('discutiendo' planes del viaje)























































El mercado matinal, el Teatro de la Opera y el Pha That Luang.

El tuk-tuk nos dejó a la vuelta en el mercado matinal. No era la hora propicia para verlo pues ya era mediodía y estaba terminando así que lo que hicimos fue ver la zona de los joyeros y poco más porque nuestro interés estaba en ir a la oficina de turismo para ver si podíamos conseguir entradas para el teatro de la ópera para ver un espectáculo de danza y teatro tradicional laosiano que prometía ser muy interesante. La oficina de turismo ya había cerrado y no abría hasta las 15h por que decidimos buscar un lugar para comer y volver a esa hora. La comida la hicimos en un sitio muy tradicional, sencillo (hacia mucho calor y no queríamos alejarnos mucho de la oficina de turismo ) en el que nos atendieron muy bien; la comida fué sencilla, no fue mala desde luego, y sobre todo muy barata; vimos que muchos oficinistas acudían allí a realizar su comida del mediodía, cosa que hacían rápidamente.
 (y aquí el restaurante)

En la oficina de turismo no sabían nada del teatro de la ópera ni de ningún teatro. Ni siquiera sabían donde estaba el teatro de la opera aunque nosotros les dijimos la calle  e incluso el número de teléfono. Allí llamaron pero no hubo respuesta. Luego llamaron a otro lugar y sólo nos pudieron indicar que fuéramos hasta el museo nacional y preguntáramos en un edificio que había enfrente. Las personas que nos atendieron fueron muy atentas pero se notaba que ese servicio no estaba funcionando como uno espera que funcione una oficina de turismo. El nivel de inglés del personal era bajo, apenas tenían folletos y poca información podían facilitar. A mi modo de entender se había creado el servicio pero no se  le había dado contenido para hacerlo funcionar. Bueno, teniendo en cuenta que Laos se abrió al exterior a partir de 1995 no podemos exigir mucho ya que eso requiere formación y tiempo. En el museo nacional nos comentaron que las representaciones en el edificio de enfrente solo tenían lugar en unos periodos concretos del año y en estos momento no había nada. Téngase en cuenta que el teatro tradicional fué prohibido a raíz del triunfo de los comunistas en 1975 aunque poco a poco volvió a recuperarse y a permitirse por lo que no es habitual encontrar representaciones de teatro tradicional laosiano.

A continuación cogimos un tuk-tuk para ir al Phat-That-Luang que está a unos 4 kms; al final del trayecto quiso cobrarnos el triple de lo acordado alegando que éramos tres personas a lo que nos negamos ya que el precio inicial nos pareció el adecuado y se marchó muy enfadado tras pagarle lo pactado ; fué el único intento de propasarse en toda nuestra estancia en Laos.

El Phat That Luang ( Gran gran relicario sagrado o gran stupa) es, simbólicamente, el monumento más importante de Laos y  representante principal del budismos en este país. Se cuenta que en el siglo III A.C unos monjes hinduistas construyeron un stupa que contenía un trozo del esternón de Buda ( esto no se pudo confirmar); posteriormente en su lugar fue construido un templo jmer sobre el siglo XIII y en 1566 el rey Settathirat comenzó la construcción del templo que fue destruido varias veces por las sucesivas guerras. En 1900 hicieron una mala reconstrucción que modificaron en 1931 y que fué la definitiva.











Phat That Luang




Shethatirat



Wat That Niang Neua











Wat That Luang Ti























Su imagen es símbolo de Laos y figura en los billetes del país. Visto desde el aire nos ofrecería la imagen de una flor de loto; desde abajo son tres niveles cuadrados, dorados y su luminosidad lo hace destacar desde lejos. En sus tiempos el carácter dorado de la aguja central lo conseguían con láminas de oro; hoy en día es pintura.  Al lado está Wat That Luang Tai, residencia del patriarca supremo del budismo laosiano y el Wat That Ñiamg Neua que es el centro de convecciones del budismo. Allí, aparte de  ver el contenido del edificio, había unos monjes que estaban encuadernando libros antiguos con los que conversamos unos minutos. Todo este conjunto arquitectónico está en un gran explanada con jardines y el lugar es muy acogedor y tranquilo y es una  visita imprescindible en Vientiane.

El monje que tiene facebook.

El día había sido intenso así que regresamos en tuk-tuk al hotel. Las chicas se quedaron y yo continué para aprovechar los últimos minutos de luz y fuí al cercano Wat Mixai ,otro templo más modesto pero con el encanto particular de todos que, aunque se parecen, siempre tienen su carácter especial. Después de ver el templo ví que un joven monje ( tenía 14 años)  estaba sentado en un banco leyendo o estudiando; me dirijí a él y me comentó que estaba estudiando inglés; me mostró el libro cuyo título era "Aprende inglés para los negocios" y en su interior venían frases habituales en los comercios y los negocios de empresa, en laosiano y su traducción al inglés; me llamó mucho la atención esta aparente contradicción budismo-negocios pero, como ya comenté en otra ocasión, el inglés es la lengua que estudian todos los laosianos porque para ellos supone una forma de mejorar inmediata. El inglés del chico era muy básico pero pudimos entendernos. Al poco se acercó otro monje (18 años) que hablaba más fluidamente que me dijo que el también estudiaba inglés y que su objetivo era aprenderlo lo mejor posible para dedicarse después, una vez abandonado su estado de monje a los 20 años, a la enseñanza del mismo. Me dió su correo electrónico  y me comentó que también tenia facebook. Le hice algunas fotos que luego le envié por correo. Fueron unos minutos de calma en la sombra del templo en los últimos minutos de sol de ese día.










Lo que vino después fué un merecido masaje; a continuación una cerveza en la plaza Nam Phou que ha sido modernizada en estos días; se trata de una plaza circular con restaurantes y locales todo alrededor y con una fuente en el medio; en estos días estaba muy frecuentada por los asistentes al congreso. La cena fué en un estupendo restaurante francés situado en la misma plaza cuyo nombre no recuerdo pero en el que comimos una cena exquisita con un vino francés, por supuesto. En la mesa contigua a nosotros cenaba un joven que, al oírnos hablar en español, se dirigió a nosotros pues hacía muchos días que no había oido ese idioma y tenía ganas de conversar. Era Sebastien, suizo pero residente en Bolivia, que trabajaba en un proyecto de cooperación de la universidad de Geneve. Llevaba un tiempo en Laos y aún que le quedaban unos días antes de volver a Bolivia, país del hablamos durante un buen rato. Después a dormir, claro. Mañana tendríamos la mañana disponible antes de volar para Savannakhet.

Día 7 de Noviembre 2012.

Vientiane nos ofrece su último regalo.

Nuestro vuelo no sale hasta las 14 horas así que tenemos toda la mañana para disfrutar de esta ciudad, antes de marchar. Salimos a la calle Setthtthilat Road en dirección sur ( el sentido de la corriente del Mekong ) y pronto llegamos ante el palacio presidencial, rodeado por un muro y situado en medio de jardines y una gran explanada. Un gran verja de hierro deja ver el edificio que realmente no tiene gran interés.

Palacio presidencial.

Justo después está el Haw Phat Kaew. El templo original fué construido por el rey Setthathirat, cuando decidió transladar la capital de Luang Prabang a Vientiane, para albergar el Buda Esmeralda. Los siameses robaron el buda en 1779 y lo trasladaron al Wat Phra Kaew en Bangkok, donde permanece hoy en día. El templo fué destruido en las distintas guerras por el control del país y fué reconstruido, con ayuda francesa, entre 1936 y 1942 y alberga una importante colección de buda y estatuas y hoy en día es un museo. A la entrada está la oficina donde venden las entradas y se accede a un pequeño parque, muy cuidado, al fondo del cual está la magnífica estampa del templo. Estábamos solos nosotros tres y pudimos visitarlo con total calma disfrutando del relajado ambiente cargado de historia. Es otro de los lugares que uno no debe perderse en Vientiane.
























 
Wat Si Saket

Justo enfrente del Haw Phat Kaew se encuentra el Wat Si Saket  que fué construidos por Chao Anou entre 1819 y 1824. Es el templo más antiguo de Vientiane que ha llegado hasta nuestros días en el estado original aunque, lógicamente, fué restaurado


 


Las ciudades, y los lugares, en general te regalan, en ocasiones, momentos únicos sólo cuando se las recorre sin rumbo decidido, sin esperar nada y es entonces cuando salen a tu encuentro para sorprenderte con algo inesperado. Esto es lo que Vientiane nos tenía reservado como despedida; tras pagar la entrada lo primero que encontramos es un bonito jardín que rodea el templo y vimos que había gran actividad; una gran cantidad de gente estaba sentada bajo una carpa con sillas y mesas y unos monjes estaban en unas largas mesas presidiendo un acto que consistía en una ordenación de monjes. Al poco la gente y los monjes se levantaron y, portando flores y ofrendas, empezaron a dar varias vueltas alrededor del templo en procesión. Nosotros nos sumamos para observar y la gente nos acogió con total naturalidad. Luego entraron al templo y rezaron unas plegarias. No había ningún extranjero salvo nosotros; al final unas señoras se dirigieron a nosotros para haceros las preguntas de rigor, de donde éramos, cuanto tiempo llevábamos en Laos...etc...






















Fué un acto lleno de colorido y de profunda emoción del que pueden dar fé, parcialmente, las fotos que van a continuación.

Agradecidos por este inesperado regalo para los sentidos y para el alma abandonamos el templo y comimos algo antes de dirigirnos al aeropuerto para volar a Savannakhet.

Shavannakhet.

Shavannket, cuyo nombre oficial es Muang Khanthabuli y cuyo nombre común es Savan es la tercera ciudad de Laos tras Vientiane y Luang Prabang y su región es una de las más pobladas del país. En la época de la dominación francesa fué el centro comercial y administrativo más importante al sur de Vientiane y permanecen en pie las preciosas casas coloniales, bastante abandonadas, que dan carácter a esa parte central de la ciudad y poseen un melancólico encanto sumamente atractivo.

Desde el aeropuerto un taxi nos llevó al hotel Rattanavong  del que ya teníamos buenas referencias. Era una gran casa, con un patio interior y habitaciones amplias, cómodas y limpias, en el primer piso y en  otro edificio anexo. Los dueños parecían ser chinos aunque es un extremo que no averiguamos.
Está situado en una calle perpendicular al río a unos 500 metros del centro de la ciudad. Nada más dejar las maletas salimos en dirección al Mekong (en este viaje el Mekong es un compañero permanente para nosotros tal como lo es también para los laosianos) y nada mas salir del hotel, a la derecha, nos encontramos con una escuela en la que los niños formaban filas en el patio y hacían gimnasia dirigidos por los maestros; divertidos o curiosos, ante nuestra presencia, nos hacían gestos y descuidaban un poco la formación de las filas pues los niños y nosotros manifestábamos una curiosidad mutua. Después de cruzar un par de calles ya vimos las maravillosas casas coloniales, algunas en medio de un pequeño jardín, y la ciudad nos empezó a atrapar. Había, esa tarde, una luz muy especial, un cielo muy azul y unas nubes muy blancas; era una delicia visual.




Nuestros pasos nos llevaron a un hermosos templo en el que unos monjes estaban haciendo estatuas de buda. ¿Cómo resistirse a deambular por el recinto, observar y hacer fotos?. Pronto llegamos a la orilla del río en el que había grandes árboles que daban sombra y muchos puestos de comida y bares. Caminamos un buen trecho a lo largo del río y llegamos a un lugar desde el que se veía un restaurante construido sobre unos pilotes sobre el río, era el lugar perfecto para relajarse, tomar una Bear Lao y esperar que el sol se fuera poniendo. Unos hombres pescaban cerca en una barca, saboreamos nuestras cervezas y vimos la puesta de sol.

Yo hubiera permanecido otro día en esta ciudad porque las calles con los decadentes edificios de otras épocas eran muy evocadoras y llenas de encanto pero las chicas preferían seguir viaje; accedí porque aunque era mucha la atracción que sentí por esta ciudad nos quedaban por ver lugares imprescindibles a los que yo tampoco quería quitar días. Nuestro objetivo era llegar a Paksé al día siguiente por lo que nos dirigimos a la oficina de turismo para conseguir información; allí un señor muy amable nos dijo que la única forma de ir era en el autobús de línea que salía a 8,30 o en los que salían más tarde. El trayecto en autobús para los 230 kms que nos separaban de Paksé era de 6 horas y nosotros pretendíamos conseguir una minivan que nos permitiría ir más rápido, más cómodos y parando donde quisiéramos así que le preguntamos al señor de la oficina de turismo por esa opción y nos acompañó a ver a un transportista privado que nos pedía la barbaridad de 240 euros por el trayecto; desistimos por lo tanto y decidimos ir en el autobús de línea que costaba menos de 5 euros por persona.

Regresamos al hotel para ducharnos y cogimos un tuk-tuk para ir a cenar al Dao Savanh, el mejor restaurante en la ciudad. Pero el tuk-tuk nos llevó en realidad al Savan Hotel que es hotel, casino y restaurante; como no nos cuadraba el lugar con lo que habíamos leído sobre el lugar y localización advertimos a tiempo al conductor que después de preguntar a un local supo adonde queríamos ir.
El Dao Savanh era otra cosa; está muy cerca de la iglesia católica, en pleno centro de la zona antigua y es una vieja casa colonial con encanto. Nuestra sorpresa fué que parecía estar cerrado pues sólo veíamos una tenue luz en el interior; por suerte no lo estaba y pronto nos atendieron diligentes y encendieron más luces; éramos los únicos clientes esa noche. Tiene fama por su cocina francesa con toques laosianos y no nos defraudó en absoluto; fué una cena exquisita acompañada de vino francés.






















Regresamos caminando a pesar de la obscuridad en algunas calles porque la noche era muy agradable y ya sabíamos orientarnos. Dejamos para el próximo relato el pintoresco viaje en autobús hasta Paksé.


3 comentarios:

  1. Que bonito es Savannakhet, que aunque pequeña y poco turística hay alguna que otra cosa de que ver y que hacer en Savannakhet

    Un saludo
    Vietnamitas en Madrid

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  2. Muchas gracias amigos. Por supuesto que hay mucho que ver, y sobre todo, mucho que disfrutar en Savannakhet, tiene un encanto especial de los lugares que tuvieron un pasado floreciente y sobre todo, el encanto especial de sus gentes, al igual que todos los Vietnamitas. Un abrazo.

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  3. Se me olvidaba, Vietnamitas en Madrid, vuestro blog es una maravilla y aporta información muy valiosa. Enhorabuena.

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