jueves, 1 de noviembre de 2012

Hacia el Norte. Nong Khiaw.

1 de noviembre 2012.

Dejamos por unos días Luang Prabang, volveremos al regreso de esta estancia más al norte; nuestra intención inicial era ir a Nong Khiaw para estar allí dos noches y dedicar uno de los días para ir a Muang Ngoi en día y volver. Como la estancia iba a ser de dos o tres días decidimos dejar el grueso del equipaje en nuestro alojamiento en Luang Prabang y llevar lo imprescindible en un pequeña mochila.
Nong Khiaw es una pequeña localidad a 150 Kms de Luang Prabang. Préviamente, el día antes, habíamos comprado un billete en una agencia local para ir en minivan; la otra opción era ir en el autobús pero teniendo en cuenta que este tarda unas cuatro horas y el minivan 3 horas nos decidimos por este aunque es más caro lógicamente. Existe una tercera opción, que es la que emplearíamos para el regreso, y que consiste en subir río arriba, primero por el Mekong hasta encontrarse con el Nam Ou y luego por este, hasta llegar al destino pues Nong Khiaw está situada a la orilla del Nam Ou.
El viaje en la minivan fué cómodo y rápido ( la velocidad media en las carreteras de Laos es de unos 50Km/h, debido a veces al estado de la carretera y otras, en carreteras buenas, a que cruza por muchos pueblos o poblados y es normal encontrarse con gente, animales...) de tal modo que en 2,5 horas estábamos en la parada de autobuses de Nong Khiaw. El viaje fue animado, viendo hermosos paisajes y pequeños poblados a través de la ventanilla. Llegando a nuestro destino empezamos a ver los grandes y arbolado picos kársticos. Desde la estación cogimos un tuk-tuk para que nos llevara al otro lado del puente, al pueblo; las distancia es corta, unos dos kilómetros.
Nong Khiaw es una pequeña población con dos pequeñas calles, una a cada lado del río, rodeada de montañas kársticas; nada más llegar y cruzar el puente nos dimos cuenta de la belleza del lugar; el río, los picos arbolados, las barcas que subían y bajaban  y un color especial del cielo forman un cuadro idílico y no es de extrañar que muchos viajeros recalen en este tranquilo pueblo y permanezcan en él todo el tiempo que se pueda. Hace muy pocos años no tenían luz eléctrica más que tres horas al día, suministrada por generadores, pero ahora hay luz, wi-fi en muchos lugares y suficientes alojamiento a ambas orillas.
Nada más bajarnos del tuk-tuk una pareja de españoles (eran Guada - de Guadalupe- y Javi, vascos ) que nos oyeron hablar se dirigieron a nosotros y comentamos un poco sobre el viaje y sobre la posibilidad de ir al días siguiente a Munag Ngoi y quedamos en vernos más tarde o bien al día siguiente para coger el barco hacia esa población. Teníamos que buscar alojamiento y nuestra intención era ir al Nogn Khiw Riverside que estaba cerca siguiendo un camino a la izquierda nada más terminar el puente; estaba completo para esa noche y la siguiente, esperaban la llegada de un grupo. Ese, según nuestra información, era el mejor alojamiento del pueblo, unos estupendos bungalows con vistas al río; volvimos sobre nuestros pasos y preguntamos en otro con vistas similares y que está nada más pasar el puente, a la izquierda y en la misma dirección que el anterior. Allí conseguimos dos estupendos bungalows, con muy buenas vistas sobre el río, y mucho más barato que el Riverside.



 Con todo esto ya era la hora de comer y lo hicimos en el restaurante del Riverside, con expléndidas vistas; la comida fué excelente y además la acompañamos de un buen vino francés.
 

Después de un breve descanso dimos un paseo siguiendo la calle de este lado del río y enseguida salimos del pueblo y a nuestra vista se ofrecían campos de arroz, casas a ambos lados de la carretera y los mencionados picos; la gente se dedicaba a sus tareas y saludaban constantemente con el consabido Sabaydee; el sol, que ya empezaba a descender, proyectaba un luz muy especial sobre los campos y las montañas. El paseo fué corto porque queríamos ir hasta el muelle desde donde salen las barcas para Muang Ngoi para ver los horarios; la barca salía a las 11 de la mañana y el billete se compraba sobre la marcha ( conviene ir media hora antes de la salida); volvimos despacio hasta nuestro alojamiento entreniendonos con unas niñas que pusieron a jugar con nosotros y observando el declinar del día desde el puente; la gente volvía de trabajar en los campos, otros cruzaban con su moto; todo sucedía de un modo tranquilo y apacible adornado por la luz especial de ese atardecer.

































Cena en un restaurante indio (con wi-fi que utilizamos para ponernos al día) que nos gustó aunque para gusto de alguno de nosotros estaba un poco picante. Recibimos la respuesta, tras el cruce de varios correos, del presupuesto para al alquiler del coche de una agencia laosiana y era igual de caro que lo que nos habían dicho en Europcar; por lo tanto nuestros planes para el sur tenían que cambiar y eso lo tendríamos que decidir en los próximos tres días.

2 de Noviembre 2012.

Desayuno, temprano, en el Riverside. Y listos para caminar hasta la hora de coger el barco. Tomamos la misma carretera que el día anterior pero esta vez llegamos mucho más lejos. A medida que nos alejábamos había menos casas; luego llegamos a otro pequeño poblado y los niños entraban a una escuela y había más actividad que en la tarde anterior, sobre todo en los campos de arroz. Es una verdadera delicia caminar por esos caminos llenos de color y vida. El arroz ya está maduro y aunque muchos campos ya están segados aún bastantes sin segar y es un verdadero espectáculo ( supongo que a los que lo hacen no les parece nada de esto, claro ) verlos trabajar, por la estética de las estampas.
Sin duda este lugar merece varios días; algunas agencias locales organizan treking y excursiones por los alrededores y merece ser explorado con detenimiento pero  queríamos ir al alabado por todos Muang Ngnoi, un lugar parecido a este, dicen, pero más auténtico aunque Nong Khiaw a pesar del, aún escaso, turismo incipiente tiene mucho encanto y autenticidad.

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Terminado el largo paseo fuimos al muelle ( decir muelle es demasiado, en realidad es una escalera de cemento que desciende por la ladera hasta el nivel del río), sacamos nuestros billetes y cuando llegó la hora subimos a la barca. La barca la podéis ver en las fotos; son largas, con un tejado para el sol, y unas tablas a ambos lados como asiento; el motor, de gasolina supongo, tiene una largo bastidor (parecido a una desbrozadora) al final del cual está la hélice que impulsa el barco; ese bastidor lo mueve el piloto para dirigir el barco y lo hunde más o menos en el agua según las zonas; las hélices no son fijas porque los ríos, sobre todo en temporada seca, son poco profundos en algunas zonas y además hay zonas con raíces o piedras muy cerca de la superficie. De hecho las zonas peligrosas están señalizadas con botellas de plástico que observan en la superficie del agua ( la primera vez que las vimos pensamos que eran desechos que nuestra civilización que habían llegado hasta allí) ancladas, supongo, con una cuerda y una piedra al fondo del río a modo de bollas. Desde luego no son nada estéticos pero sí prácticos.
El barco iba lleno. Muchos viajeros extranjeros y algún local; también iban Guada y Javi. ¿ Chalecos salvavidas ?. Pues no, no los tienen, es así. Ibamos bastante apretados por lo que no teníamos mucha movilidad para hacer las fotos. La duración del viaje, corriente arriba, hasta Muang Ngoi es de una hora. A pesar de la incomodidad de los asientos fué un primer viaje en barco inolvidable; por los paisajes, por la vida del río en sus riberas y se hizo muy corto.



























Lo mejor es dejar de contar detalles y que veáis las fotos.

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