domingo, 28 de octubre de 2012

Luang Prabang

28 a 31 de Octubre de 2012.

Luang Prabang . (¿La ciudad más hermosa del mundo?).

Puede resultar pretencioso decir de una ciudad que es la más hermosa del mundo, sobre todo si uno no las conoce todas. En este  caso la ciudad soñada o imaginada coincide o supera las expectativas que teníamos puestas en ella. Su tamaño, la parte que interesa se recorre a pie cómodamente, su situación ( la parte de interés esta situada en la confluencia del Mekong y el río Nam Khan); los árboles con flores entre casa y casa y en el las calles; los edificios coloniales, sin alturas que destruyan su perfil; las sombras de las numerosas terrazas, construidas sobre pilotes de madera que se asoman al Mekong y al Nam Khan; las túnicas azafrán de los monjes que deambulan por la ciudad; la magia de sus templos ( y son muchos, cada manzana tiene uno); el fabuloso mercado matinal en el que se vende todo tipo de verduras, peces, ranas ; la tranquilidad de sus calles y la amabilidad de sus gentes....y muchas cosas más hacen que uno se enamore de esta ciudad nada más poner el pie en ella. Y eso que nosotros llegamos al atardecer, con lo que , mientras nos alojábamos llegó la noche y en esas condiciones resulta más difícil orientarse...pero todo queda cerca aquí; lo primero acercarse a la orilla del Mekong, ver los locales iluminados (preparándose ya para las fiestas que mencionaremos más adelante). Algúna barcaza  aún cruza el río guiándose por las luces de la orilla, la gente pasea tranquilamente y tomar la primera Beer Lao en una terraza sobre el río te hace sentir realmente feliz y dichoso de poder estar en un lugar único. Si a ello se une cena en el magnífico Blue Lagoon solo queda ir a descansar para seguir viendo el paraíso al día siguiente.

 Llegamos al hotel que teníamos 'ojeado' y en apariencia estaba bien, así que nos quedamos. Pero en una de las habitaciones no funcionaba el aire acondicionado y después de dar vueltas y vueltas a las 5 de la mañana (una hora muy buena para ver a los monjes) decidimos tirarnos a las calles....
Todas las mañanas, al alba, con las primeras luces del día los mojes de los numerosos templos recorren las calles, descalzos, y la gente, mujeres generalmente, van depositanto alimentos en los recipientes que llevan. Esto es lo que recibe el nombre de Binthabat. Esa es la comida que tendrán para el día. Esta ceremonia  termina entre las 7 y las 7,30 horas. El ambiente es realmente emotivo; el color azafrán de las túnicas, el desfile silencioso y ordenado de los monjes y la fé de los fieles que entregan la comida hacen  de este acto, puramente religioso, una experiencia única que queda grabada en la retina y en el corazón mucho mejor que lo que las fotos muestran. Uno siente que, al hacer las fotos, está invadiendo y contaminando los sentimientos de aquellas gentes....pero es difícil resistirse (por otra parte nadie pone ningún impedimento, al contrario, las mujeres te invitan a sentarte junto a ellas y compartir la experiencia). Por lo tanto, con todo el respeto que pudimos mostrar, intentando no interferir, compartimos esa extraordinaria experiencia. Pero no cabe duda de que es un reclamo turístico de primer orden y aunque en esos días no había muchos turistas en la ciudad las cosas cambian cuando aumenta el número de extranjeros.

Por lo tanto, compramos comida (muchas personas la venden, no sólo a los extranjeros, también a los nativos o visitantes de otras partes del país ). Después de desayunar decidimos buscar otro hotel y encontramos una Guest House muy bien situada frente al Palacio Real, en pleno centro de la 'movida', la nocturna sobre todo (el mercadillo) y mucho mejor y más barato.
Vista desde Pou Shi
Y después de hacer el traslado de maletas en tuc-tuc e instalarnos, decidimos empezar por subir al Pou Shi para tener una buena visión de la ciudad, 300 escalones que culminan en un templo, monjes y  una vista espectacular de la ciudad con los 2 ríos: el Mekong y  el Nam  Khan.

Fiestas en Luang Prabang.
Uno de los motivos por los que comenzamos el viaje en estas fechas era para hacer coincidir nuestra estancia en Vientiane o Luang Prabang con las fiestas que  se celebran en esos días y como toman como referencia la luna llena no sabíamos exactamente en que lugar nos coincidirían. Una vez que estábamos en Luang Prabang nos enteramos de que la fiesta principal tiene lugar el dia 31 de Octubre por lo que prologamos nuestra estancia en esa ciudad hasta ese día.

Son las tres las fiestas que esos días se celebraban ( en todo Laos, pero en Luang Prabang y Vientiane tienen una resonancia y colorido muy especial por ser una ciudad más grande Vientiane y por ser Luang Prabang la capital de budismo en Laos ) y son las siguientes:

Bun Awk Phansa : Celebra el final de la temporada de lluvias y también el final del retiro de tres meses de los monjes. Con ese motivo los monjes se hacen visibles por todas partes y todas horas; la gente les lleva comida, hacen fiestas en los templos que engalanan con guirnaldas, luces, velas, dragones..etc.
Bun Nam: Es el festival de la carreras de barcas. Durante los días previos los diferentes equipos entrenan en el Mekong y es un espectáculo lleno de color; los partidarios de cada  barca ( en realidad son largas canoas con no menos de 20 remeros) animan a su equipo y la ciudad es una fiesta. El día 31 tendrá lugar la competición final en la que se determina el ganador.
Lai Heua Fai: Desde bastantes días antes cada templo ( también barrios y pueblos de los alrededores) construyen barcas decoradas con multitud de formas, colores y las llenan de velas y luminarias. El día 31 de Octubre, en la tarde, desfilan  por la calle principal con multitud de gente que acompaña a su barca, con las velas encendidas....es un espectáculo lleno de color y alegría. El final del recorrido es el templo Wat Xieng Thong ( el más espectacular de la ciudad) donde eligen la embarcación ganadora...a continuación se echan al Mekong, al mismo tiempo que mucha gente también echa pequeñas ofrendas de flores sobre hojas de banano, con vela, y el río ofrece ese maravilloso navegar de las barcas, iluminadas, y de las ofrendas.

Al bajar, decidimos ir a comer a orillas del Mekong, atraídos además por el bullicio de gente y el consiguiente ruido que hacían animando a los equipos de remeros que compiten en éstas fiestas.
Caballitos.

Poco después de ésta foto,  a Ana se le cayeron las gafas .... al río!!!  Bueno, afortunadamente había una orilla en pendiente que, aunque lo intentamos, terminó por rescatarlas el camarero, con aplausos generales.... jajaja!

Entrenando para las carreras.


Por la tarde nos animamos a cruzar en un ferry a la otra orilla, dónde había una gran  fiesta, con puestos de comida, juegos y 'romería' dónde los jóvenes bebían  y bailaban.


 Unos animaban a sus remeros favoritos, otros comían en los numerosos puestos; más allá el camino se adentra hasta una zona despejada del campo en el que hay instalados unos caballitos muy rudimentarios en los que los más pequeños se divertían; un pequeño templo lo contemplaba todo y nosotros deambulamos por allí dejándonos invadir por esa explosión de alegría de la gente y por el colorido de la fiesta. Ya al atardecer, volvimos a cruzar el río y regresamos a la ciudad. El sol se ponía al fondo, Mekong abajo, y dejaba hermosas imágenes como esta.


El precio del ferry eran 15.000 (1,5€) c/u y a la vuelta enseguida llegaron a pedirnos el dinero, antes incluso de arrancar; de hecho a mí me mosqueó un poco, pero los que estaban al lado que eran nativos pagaron sin problema y yo hice lo mismo. Al poco de arrancar el ferry viene otro con más pinta de cobrador pidiendonos el importe otra vez.... ¡menos mal que les había pasado a los otros que en su idioma se entendían! (y así quedó la cosa... )
 

 En el ferry (arriba y a dcha)

Dragón iluminado.



Encendiendo las candelas.

Encendido de globo.
Estos días hay mucha actividad en todas partes; en los templos los monjes los adornan con guirnaldas y farolillos y terminan de construir las barcas que desfilarán el día 31 para ser echadas al río a continuación; en los comercios, las calles, todo el mundo vive estos días de fiesta. Así que una ciudad ya de por sí acogedora se vuelve irresistible en estos días tan especiales. Es un maravilloso espectáculo pasear por las calles, ver los templos engalanados; el ambiente, sobre todo por la noche, parece mágico. Aquí van unas fotos que muestran lo dicho; aunque no pueden reflejar todo lo que uno siente...





Para finalizar el día nada mejor que un buen masaje y una estupenda cena en el
Coconut Garden.

Tat Kuang Si.

A unos 30 Km de la ciudad quedan estas marvillosas cascasdas, situadas en medio de un bosque tropical. Para ir cogimos un tuk-tuk para los tres que nos llevaba, nos esperaba el tiempo que estuviéramos visitándolas (estuvimos unas tres horas) , y nos traería de regreso a Luang Prabang.

Piscinas naturales.
Vista de las piscinas.
Cascada principal.
Vegetación tropical.

Escolares de regreso.
Llegamos pronto porque sabíamos que a partir de las 11 de la mañana empezaban a llegar los grupos y la gente en general ( las visitan también mucha gente de Laos) y tras pagar la entrada empezamos el recorrido..primero ya se empieza a observar una vegetación exhuberante, muchas plantas, mariposas por todas partes, y al poco empezamos a ver las "piscina" naturales, con el agua azul claro debido al fondo calizo del terreno. Existen dos rutas señaladas que recorrimos pero nos salimos en una de ellas y seguimos un camino que ascendía que nos llevó al pico de la  montaña, en medio de unos parajes llenos de vegetación y grandes árboles. Allí estábamos totalmente solos y puedo decir que fue lo que más nos gustó de todo el paseo. Dentro del recinto hay una zona vallada que en la que hay unos osos negros que están en peligro de extinción y allí los cuidan...estaban dormitando y no fue posible hacerles fotos decentes porque estaban de espaldas o algo tapados por obstáculos.

 Terminado el recorrido abandonamos las cascadas, no sin antes tomarnos un buen zumo de fruta bien fresco, y regresamos en el tuk-tuk...el aire hacía más placentero el viaje y aliviaba el fuerte calor. El camino se hace muy entretenido viendo las casas, la gente que va y viene, los niños que regresan del colegio..etc..

(dónde haya una cervecita fresca, no hay carantoñas que valgan....)

De Buda, monjes y templos. 
En Laos, al igual que otras zonas del sudeste asiático, se practica el budismo Theravada. Los interesados en el tema pueden consultar este buen artículo de  John Bullit aquí .
Pinturas en un templo.
Más que una religión, el budismo es una filosofía, una forma de vida. Teniendo en cuenta que en Laos  el budismo es practicado por más de un 60% de la población no es de extrañar que todo lo que le rodea impregne la vida y el carácter de la gente. El budismo no tiene dioses. Buda fué una persona y toda su filosofía se basa en  la experiencia personal, en la búsqueda de la felicidad ( o nirvana) mediante la introspección y la eliminación de los aspectos negativos del kharma. Y Luang Prabang es la capital por excelencia del budismo en Laos. Por lo tanto no es de extrañar en la ciudad existan 32 templos. No los vimos todos, pero sí los más importantes y muchos otros. No es preciso ponerse a buscar los templos; camines por donde camines no pasan más de cinco minutos sin que te encuentres con uno. Todos son distintos; unos más grandes y suntuosos en cuanto a edificios o figuras; otros más pequeños, pero todos llenos de encanto, de color, de vida ( los monjes viven generalmente en edificios al lado del templo y la gente los visita con regularidad ) y de una serenidad que se contagia.


(En la foto de abajo que se ve 
una pareja, en la calle de enfrente
son nuestros amigos canadienses.)
Siendo los templos muy atractivos de por sí, por su colorido, por la elegancia de sus construcciones, por la abundancia de estatuas de buda, de artesonados en techos, de pinturas en paredes, de flores lo que más nos gusta es deambular por ellos con total libertad, observando el movimiento de los monjes , que se dedican a sus trabajos o sus rezos sin que las miradas externas sean una interferencia. Los fieles, sobre todo en estos días festivos, también  están presentes en todo momento y vivir ese ambiente es una experiencia única y ,por supuesto, relajante. Así, no es raro ver a los monjes leyendo o estudiando en alguna mesa situada bajo la sombra de un árbol; o colaborando en la construcción de las canoas que desfilaran por las calles de la ciudad para bajar luego por el río.

 Normalmente los monjes están sus cosas pero en ocasiones se dirigieron a nosotros directamente ( lo hacen cuando saben algo de inglés claro ) para preguntarnos de dónde somos y eso dio pie también para hacer preguntas.  De varias conversaciones tenidas con distintos monjes nos han contado cosas de su forma de vida y de las razones por las que están allí.

Todos los fieles varones deben pasar, una vez al menos, una temporada de retiro en un templo. Ese tiempo oscila entre 2 semanas y 3 meses. Suelen hacerlo cuando terminan  de estudiar, antes de estudiar una carrera ó antes de casarse ó antes de de dedicarse a un trabajo. Por lo tanto es normal ver a muchos monjes jóvenes que están en esa situación. Por otra parte muchas familias humildes, que no pueden pagar unos estudios a los hijos, los envían a los templos donde reciben una formación, en estos casos la estancia puede ser de varios años; así, una vez obtenida esa formación, dejan de ser monjes y se dedican a ejercer lo aprendido. Otros, menos, continúan de monjes. De hecho a los 20 años el joven debe decidir si desea continuar de monje o abandonar.














Aquí ponemos una pequeña muestra de lo que se puede ver deambulando por los templos.

El mercado matinal.

Añadir leyenda
Es algo que no puede uno perderse. Los mercados siempre son una forma excelente de ver una parte importante de la forma de vida de un país y en Asia son además una explosión de color y de sorpresas para un occidental. El mercado matinal en Luang Prabang se celebra todos los días, desde bien temprano y hasta el mediodía, en las calles que están entre la parte de atrás del Palacio Real y el Mekong. Así que una buena idea es dirigirse allí después de ver el recorrido de los monjes. La gente de los pueblos próximos venden toda clase de mercancías: peces del río, ranas, carne, cangrejos, verduras, frutas...además de algún artículo artesanal. Los compradores son los habitantes de la ciudad. Algunos peces los tienen vivos en cubos o baldes; nos llamó mucho la atención la cantidad de ranas que venden. Las tienen vivas en una cesta con una red por encima, para que no salten, y cuando alguien las compra, sobre la marcha, les dan un golpe contra algo duro, la matan y le quitan la piel con gran destreza.  La mercancía suele estar en el suelo, sobre una tela aunque también hay algún puesto. Es difícil describir el ambiente. Mejor ver las fotos que reflejan parte del mismo porque es imposible que recojan los olores, los tratos de los compradores.




Ranas.



























La gran fiesta (Lai Huea Fai).
31 de Octubre 2012.

Enfrente  Dyen Sabai.
Uno de los barqueros.

El 31 de Octubre amanece como todos los días. Las primeras luces del día se dejan ver sobre las 6 de la mañana, en esta época, que es cuando los monjes empiezan a salir de los templos para hacer su recorrido. A estas horas la temperatura es más agradable que durante el día aunque no es baja en absoluto, quizás 25 grados, luego, a medida que sale el sol irá subiendo. Si los primeros días nos sorprendía este calor podemos decir que ya nos vamos aclimatando y aunque no lo vemos como normal nos hacemos a idea de que esto es así. El calor es húmedo y pegajoso pero el cuerpo es sabio y aprende a convivir con ello. El desayuno, en esta ciudad, lo hacemos todos los días en el Joma Bakery Coffe  (en Vientiane tienen también otro Joma ) que está en la calle principal, la del Palacio real, un poco más allá de la oficina de turismo y cerca de nuestro alojamiento; tienen un café excelente y una buena variedad de bollería recién hecha, unos croisants extraordinarios, baguettes y pan tostado...en fin un desayuno como nos gusta. Decidimos ir por la parte este, siguiendo la orilla del Mekong, hacia donde se encuentra con su afluente, el Nam Kan, y giramos luego a la derecha donde vemos más templos  como el Wat Nong y Wat Saen; entremedio deambulamos por una calles muy tranquilas en las que se conservan las viejas casas de estilo colonial francés; en algunos momentos sopla una brisa acariciadora y , después de un rato, paramos para tomar el primer shake (batido de fruta con hielo picado; a elegir entre banana, mango, papaya, piña..etc...deliciosos todos) del día. Continuamos camino y entramos en el templo Wat Xieng Thong, tras visitarlo con tranquilidad vemos que hacia la entrada, en una mesa bajo un árbol, varios monjes hablan entre ellos o estudian; al llegar a su altura uno de ellos se dirige a nosotros en inglés, nos sentamos una rato, y nos comenta alguna de las cosas que ya mencioné más arriba aparte de hacernos preguntas sobre nuestros país. Al despedirnos las chicas, tal como hice yo, intentan darle la mano pero el monje la retira y dice que tienen prohibido tocar a las mujeres. Los monjes novicios deben cumplir diez prohibiciones y los consagrados tienen unas 250.

 Continuamos por la orilla del Nam Kan bajo la sombra de los árboles. Se acercaba la hora de comer y nuestra intención era hacerlo en el Dyen Sabai, un lugar muy bien recomendado en todas las guías y en algún relato. el restaurante esta situado en la otra orilla del Nam Khan y para ir hay que coger una barca (pagada por el restaurante). Desde arriba vimos que en la orilla había una frágil barca y en la zona de cruce el agua bajaba un poco fuerte...daba la impresión de no ser muy seguro pero bajamos y avisamos a los dos barqueros para que nos cruzaran. Al acercar la barca a la orilla para subirnos uno de los barqueros cayó al agua y se mojó completamente, puso su móvil y su cartera a secar y nos subimos, no sin temor; el río no es muy ancho y pronto llegamos a la otra orilla. La misma barca cruzó a continuación a un monje que estaba esperando.  El restaurante está en la ladera del río, en medio de árboles y cañas de bambú en un lugar muy acogedor. Las mesas, al aire libre, están dispuestas en varios escalones y el lugar merece la pena. La comida fué muy buena y nos permitimos, de postre, un pancake de banana y chocolate cada uno ( también riquísimos). Habíamos comido demasiado así que el regreso lo hicimos caminando ( entre otras cosas, también por no coger la barca que no nos inspiraba mucha confianza ); siguiendo la orilla del río hacia la  derecha, después de unos dos kilómetros, llegamos a un puente que cruza hasta el otro lado. Una vez cruzado el puente nos encontramos a la espalda del Phou Si. El camino, las calles, un nuevo templo, más lugares llenos de encanto, nos llevaron a nuestro hotel. Una ducha, un poco de relax y prepararse para ver el gran desfile de las barcas y la fiesta nocturna.

Lai Huea Fai.
Ese es el nombre de esta fiesta que se celebra en todo el país. Las nagas son seres míticos (que tienen la forma de serpientes con siete cabezas y están representados en multitud de templos y pinturas ) en los que los laosianos creen ( o creían) que gobiernas las aguas del río. En la época de las lluvias las aguas del río inundan los campos de arroz y los nagas suben del río a los campos; en la estación seca, que ahora comienza los nagas retornan al río;  este ciclo de lluvias y estación seca es vital para los arrozales y de ello depende el alimento de buena parte de Asia. con estas ofrendas se pretende tener contentos a las nagas para que el río sea benévolo. Esta fecha tiene lugar en día de luna llena, después del final de la lluvias, por eso no es un día fijo del calendario; suele caer en los últimos días de Octu bre y primeros de Noviembre.

El sol ya se había puesto y la animación en la calle iba en aumento. En estos dos últimos dos días notamos que había aumentado notablemente el número de visitantes; grupos de extranjeros, viajeros por libre como nosotros y además mucha gente de los alrededores que venían a ver el desfile. Las canoas engalanadas e iluminadas se situaban en una larga fila que tenía su cabeza junto al Wat Mixai y se perdía, a lo largo de la calle, hacia el fondo. 
Había gran animación y todo el mundo estaba expectante por el comienzo del desfile; delante de cada barca suele ir una o varias niñas con un cartel con nombre del templo o de la comunidad que la hizo, a continuación otras personas portan luminarias de diversas formas y colores; las barcas están sobre un soporte con ruedas y varias personas la ponen a punto, encienden todas las luces que llevan ( todas son alimentadas por alcohol u otra especie de combustible ) y en algunos momentos el humo se deja ver bien. Resulta sorprendente que no se incendie ninguna dada la la gran cantidad de fuegos que llevan y lo frágil de su construcción ( caña de bambú, madera y papel ), pero claro, son expertos en esto. Se escuchan algunos cánticos y el desfile comienza. Transcurre despacio de forma ordenada, sin barullos ni amontonamientos; la gente observa desde las aceras y aplauden o animan y otros hacen fotos.

Es difícil describir todo el colorido y alegría que desprende y también es difícil fotografiarlo por la  falta de luz y por la dificultad de conseguir un buen encuadre entre tanta gente. Durante más de dos horas fueron desfilando hasta llegar al Wat Xieng Thong; allí permanecieron y eligieron la embarcación ganadora. A continuación fueron llevadas al Mekong ( que está al lado) y las dejaron deslizarse corriente abajo. La gente también echaba al río sus ofrendas y nosotros no fuimos menos y compramos las nuestras y las depositamos en la orilla y las vimos alejarse lentamente pensando cada uno en sus deseos.
Al mismo tiempo cientos de farolas-globo de papel eran encendidos y empezaron a navegar por el cielo estrellado de Luang Prabang. A continuación fuimos a cenar a una terraza sobre Mekong, al igual que muchos lugareños y visitantes. fué una noche mágica, difícil de olvidar.














Aquí van unas fotos para ilustrar todo esto, pero que no hacen justicia a lo que nosotros vimos y , sobre todo, vivimos.