sábado, 22 de octubre de 2016

BIRMANIA VIII Gok-Teik




A las 9 nos recogió el taxi para llevarnos a la estación, que estaba a tope de gente y nos encontramos con tres españoles con los que ya coincidimos en más sitios.
Nos dijeron que no había plazas, que se habían fiado de lo que les dijeron en el hotel, que no hacía falta reservar y que a pesar de llegar a las 7 de la mañana, se quedaban sin poder viajar.
Afortunadamente, nosotras no hicimos caso de esa recomendación y como teníamos tiempo, nos acercamos el día anterior, dónde nos apuntaron en la libreta que sirvió para pasar delante de todos y obtener los billetes.






La cuestión es que solo hay 1 o 2 vagones Upper Class (nada de first class me decían,..; 2.250 kyats / poco más de 1 euro). Y en éste caso conviene no escatimar ya que los asientos resultan un poco más cómodos y espaciosos... incluso giran completamente (los individuales), tienen la llave para encender una bombilla... (lo único que falta la bombilla¡).



Los asientos A.4 y A.5 del vagón 2 muy bien situados, en la parte izquierda (para eso los elegimos) que es la mejor para la vista del puente.

Ventiladores en el techo con pinta de no usarse ni limpiarse desde la época colonial, pero el resto de vagones por lo que pude contemplar, es un batiburrillo de cestos, gallinas y gente de pie por lo que posiblemente los asientos no están asegurados.











Las ventanillas van como van.. o sea abiertas y si viene vegetación fuerte, ramas  y lo que venga, se meten dentro.
Así que cuando se puso a llover... y de aquella manera¡ que se nos mojaba el asiento y lo que iba encima del asiento, o sea nosotras¡¡.
No había manera de bajarlas, es tipo persiana metálica pero como de hierro. Entre dos no eramos capaces, hasta que aparecieron lo que debían de ser revisores y nos ayudaron














A las 10 aprox. salió de la estación de Pyin Oo Lwin

Durante la primera parte del trayecto, el tren avanza lentamente entre yerbajos y se va abriendo paso entre la jungla birmana.
Hay que tener cuidado cuando se saca el brazo o la cabeza para hacer fotos, ya que los árboles y los matorrales quedan a escasos centímetros del tren.



El viaducto de Gok Teik es un puente de ferrocarril en Nawnghkio, en la parte occidental en el estado de Shan, entre las ciudades de Pyin Oo Lwin, la capital de verano de los antiguos administradores coloniales británicos de Birmania y Lashio, la principal ciudad del norte del estado de Shan.

Es el puente más alto del país y cuando se terminó, el de ferrocarril más grande del mundo.
El puente se encuentra a unos 100 km. al nordeste de Mandalay.













A lo largo del viaje, a medida que se acerca al viaducto, empiezan a aparecer aldeanos, niños y niñas que salen de la escuela y saludan alegremente.



Durante el trayecto tampoco faltan los vendedores, principalmente vendedoras ambulantes, que ofrecen verduras, frutas (mango verde con chili, plátanos, dragon fruit) e incluso humeantes cuencos de noodles con verduras... sin contar los snacks de todo tipo.




Este ajado viaducto de 689 m. de altitud fue construido en 1901 por la Pensilvania Stel Company, durante los años en que Birmania era una colonia, con la intención de conectar el centro del país con las regiones del norte, lo que ahora se conoce como el estado Shan, habitado por la minoría étnica Shan, el grupo más numeroso por detrás de los Bamar, la etnia mayoritaria en Myanmar.

Conecta las ciudades de Mandalay y Lashio y transporta al que viaja, a los años de la Birmania bajo dominio colonial británico.






Con lluvia o sin ella, las vistas desde el tren son fantásticas, los campos de arroz, la gente trabajando y en los caminos esperando el paso del tren.



El tren va muy lento y por momentos te encontrarás cabalgando sobre el asiento, o moviéndote de un lado al otro como un loco, lo cual a veces te hace sonreír y otras empiezas a pensar si estará descarrilando...


No es conveniente bajar a comprar en los puestos de las vías durante las paradas, ya que el tren no avisa cuando se pone en marcha y el viajero se puede llevar una sorpresa al darse cuenta de que reanuda el viaje sin él a bordo.
Lo recomendable es llevar algo para picar, ya comprado con anterioridad o adquirirlo a los vendedores que suben al tren.












Aunque es entretenido el viaje, tanto lo que pasa fuera como dentro del tren, pero no olvidamos que la finalidad principal es el viaducto y enseguida se empieza a ver movimientos de la gente cuándo lo vemos a lo lejos.

Y digo entretenido porque los 4 chavales que estaban en el mismo hotel que nosotras  y a esas alturas del viaje, ya llevaban trincada una botella de wisky y atacando a la segunda (eso sin contar las cervezas de por el medio).

Los ocupantes de nuestro vagón, eramos turistas, aunque el resto aparte de nosotras y una chica suiza que viajaba sola,  el resto eran turistas locales, muy amables invitándonos a todo lo que comían, prestándose a ayudarnos a bajar las ventanillas aunque no pudimos hasta que llegaron los 'revisores'...... e interesándose por nuestro viaje, nuestro país... en fin lo de siempre, el interés mutuo de los que viajamos.







Justo antes de cruzar el viaducto, hizo una parada más larga, dónde a pesar del riesgo de quedar en tierra, varios nos bajamos, para hacer fotos o comprar en los puestos.

Deduzco que la parada fue más larga porque llegó otro tren en dirección contraria y seguramente ese fue el motivo.





En ese espacio de tiempo no llovía, aunque el cielo se ponía cada vez más oscuro y justo, justo... cuándo llegábamos al viaducto, descargó la tormenta¡¡














Sacar la cabeza por la ventanilla y admirar el valle el barranco de Gok-Teik, arropado por una masa de verde intenso, árboles y matorrales salvajes y majestuosos, es una de las experiencias más bonitas que se pueden tener en este país, (a excepto, quizás, de los que padezcan vértigo o impresione el ruido que hace el tren al pasar por el viaducto).






No hace falta decir, que a pesar de la lluvia, era imposible no asomarse para mirar al valle y aunque las fotos no valdrían la pena, pero había que intentarlo.
Hay muchas cosas que solo quedan en la retina, las mejores seguramente, pero también está que quede alguna muestra para el recuerdo (por si la memoria nos falla).




 A las 5 de la tarde llegamos, o sea 7 horas de tren que no resultaron cansinas en absoluto.
No hubo tiempo para aburrirse.
Poco espacio para la lectura que me acompañaba en ese momento (''Y las montañas hablaron'', de Khaled Hosseini).

En la última hora intimamos algo más con la familia vecina que debieron de comer en tres ocasiones por lo menos: eran de Yangón y venían a conocer esta parte del país durante 10 días que tenían de vacaciones; el matrimonio con 2 hijos.

Y también con la chica suiza, de padre mexicano y novio de madre gallega, lo cual nos facilitaba mucho el idioma. Había pedido dos meses sabáticos y quiere recorrer medio Asia.

Antes de parar el tren y entrando en la estación de Psipaw vemos el cartel del Hotel Lily con mi nombre, el de la suiza y el francés que iba delante de Ana... así que coincidimos de nuevo en el tuk-tuk que nos llevó al alojamiento.
















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