domingo, 23 de octubre de 2016

BIRMANIA IX: Psipaw, trekking a las aldeas Shan



El pueblo de Hsipaw es un lugar agradable y tranquilo, para pasar unos días relajados, pero la mayoría lo utiliza como punto de partida para realizar algunos trekkings por la zona que le rodea.


Este trekking puede hacerse de diversas maneras, incluso por cuenta propia, sin guía, aunque lo desaconsejan porque es fácil perderse y porque es una zona conflictiva.
Hay opciones de un día, de dos días y una noche y de tres días y dos noches.
El trekking se realiza en un circuito por las montañas que empieza en Hsipaw y acaba en las cascadas de Nant Hunt Nwet, dónde un tuktuk recoge a los visitantes y los lleva de regreso a Hsipaw.

Se puede contratar para 1 o 2 noches.
La única diferencia con dos noches es que la segunda noche se duerme en otra aldea un poco más arriba pero todo lo demás es idéntico.
El primer día es el más largo, se hace un recorrido de unas 5 horas con alguna subida intensa hasta el pueblo de Ban Kham.(o Pankam)
El segundo día, se hace el recorrido hasta la cascada dónde finaliza.
Y si se hace la de 2 noches,  la ultima es en otra aldea dónde se duerme, con un recorrido de unas 4hrs. para bajar al tercer día a la cascada (otras 4hrs.)


Nosotras no sabíamos muy bien qué hacer y al llegar al hotel solicitamos información, aunque lo decidimos al día siguiente mientras desayunábamos, animadas por las vistas desde la azotea,
Y cuándo bajamos a confirmar nos dijeron que sólo había otras 3 personas, que en media hora salían.
Así que nos pusimos ropa y calzado adecuado y una mochila con lo imprescindible.


Las noches se hacen en una de las casas de la aldea, compartiendo no el colchón, pero sí la misma estancia, con otros trekkers o incluso con la familia, en un colchón en el suelo, sin más.
Esa experiencia la vivimos camino de Sapa, en Vietnam y está bien, es interesante porque no es lo mismo estar a ratos o momentos que pasar el día con ellos. Nos reímos mucho cuándo recordamos las situaciones vividas con la familia, pero implica llevar algo más de equipaje, un saco para dormir, aunque sea de tela, y bueno...lo básico.

En realidad lo que era el trekking, las vistas,... el día fuerte era el primero. Luego ya consiste en el retorno, por el mismo camino o el circular que termina a 10km de Psipaw.


Así que al decirles que preferíamos no quedar a dormir y regresar al hotel, nos ofrecieron la posibilidad de recogernos después de comer, en el pueblo y traernos de vuelta en moto.
Cuándo bajamos al hall, ya estaban los otros tres: una pareja y otra chica, más los dos guías.
Desde el hotel nos llevaron en tuk-tuk hasta donde empezaba la ruta, a las afueras de la ciudad.

Pasamos 2 o 3 aldeas y enseguida nos advirtió uno de los guías, que era posible encontrarnos con militares , de no hacerles fotos.
Al resto, sin problema, sean mayores o niños, mujeres o  monjes, pero que militares ni se nos ocurriera.



El camino era de tierra, polvo, piedras y bastante tránsito de motos cargando gente local con bolsas, macutos,...
Al principio hay un buen tramo llano y dónde empezamos a encontrar a la gente en los campos y varias aldeas pequeñas, la gente saluda muy amablemente.
Los niños con el hello o mingalaba con una enorme sonrisa.
Y posando, encantados, para la foto.
Los guías, aparte de indicarnos el camino, sirven de fuente de información sobre el país, las costumbres y sobre esa parte de Myanmar que es el estado Shan:
ocupa una gran porción del este del país y la mayor parte de su territorio está cerrado a los turistas, ya que limita con zonas tan sensibles como China, Laos y Tailandia, y al norte con el estado de Kachin.
En la confluencia con Laos y Tailandia se encuentra el famoso Triángulo de Oro del opio, en donde sólo está permitida la visita a la ciudad de Kengtung, y en su frontera sur está el absolutamente cerrado para el extranjero estado de Kayah.
Es el estado más montañoso del país; constituyen uno de los mayores grupos étnicos de Myanmar, y uno de los que más quebraderos de cabeza ha causado al gobierno central con sus levantamientos. Dan nombre a todo un estado, y están emparentados con los dai de la provincia china de Yunnan, y con otros subgrupos de la gran familia thai que habitan en Tailandia o Vietnam. El contrabando es todavía un negocio habitual, y la producción y el tráfico de opio, la principal fuente de ingresos para muchos lugareños. De hecho, la frontera con Laos y Tailandia formó el célebre Triangulo de Oro, origen de buena parte de ese estupefaciente consumido en el mundo.
Me sorprendió también, cuando nos contaron el porcentaje tan alto de adicción entre la gente.
 Hoy, es un cultivo muy controlado en los dos países vecinos, pero aún extendido en Myanmar, el segundo productor del mundo tras Afganistán. ´



Paradójicamente, cuando se visitan las zonas abiertas al turismo, como el lago Inle, el sosiego es enorme; nada permite imaginar lo que ocurre a no mucha distancia.
Llama la atención eso sí, que sólo se permita el acceso a Kengtung y al oriente remoto en avión, no por carretera.
Más accesibles son Taunggyi, con un activo mercado de gemas, o Lashio, origen de la famosa Carretera de Birmania, construida por lo chinos entre 1937 y 1938. La ruta, de 1.130 km tuvo gran importancia estratégica al principio de la Segunda Guerra Mundial.


El pueblo de uno de los guías quedaba a la vista desde un punto del camino, desde el que nos encontrábamos a la misma altura, a 1.700 m. y aún seguimos subiendo unas 2hrs. más.
A veces se hizo muy duro, sobre todo cuándo era subida pronunciada y no había ni una sombra. Y eso sucedía a cada poco en las 5 hrs. que duró el trayecto.



La primera parada la hicimos a mitad del trayecto, en una especie de chiringuito dónde nos sirvieron té y una especie de ensalada con frutos secos y otras cosas raras,desconocidas. La verdad que parecían bichitos y todos empezamos a probar para no quedar mal, pero al final no quedó ni uno, estaba bueno¡¡

Colinas y campos sembrados de maíz, con alguna cabaña diseminada, pocos árboles y en las subidas con un sol abrasador,  siempre había alguien que preguntaba por el tiempo que faltaba para llegar.
Micaela, la australiana que viajaba sola, caminaba más despacio y cuándo aparecía alguna sombra aprovechábamos para descansar y esperarla.
Algún tramo hicimos juntas, pues yo, por las fotos, me quedaba también a menudo retrasada, aunque la verdad que eso de ir de escoba, alimenta la 'pájara' que acecha cuándo ya estamos deseando llegar.

Nos encontramos con algún militar en el camino, en una especie de cuartel, con la ropa tendida secando por todas partes.


El que más nos sorprendió fue un soldado que nos cruzamos, apareció de pronto en el camino y llevaba el kalashnikov, cruzado sobre el pecho y no llevaba puesto nada más que una camiseta de tirantes y un pantalon corto o slip...
En ningún momento nos miraron mal, ni nada parecido, pero no nos atrevimos a hacer la foto.






El último tramo se hizo más duro, más subidas, más sol y que ya pesaba lo poco que llevábamos en la mochila.
Y cuándo llegamos por fin, uno de los guías que iba con nosotras, nos dijo de esperar al resto.
(Max y Jou, la otra pareja, australianos también aunque no se conocían con Micaela), fueron los siguientes después de un ratillo que ya nos había dado tiempo a recuperar de sobra.
La que tardó más fue Micaela, que llegó muy, muy 'derrotada'.




Pankam no es un pueblo. Es una pequeña aldea compuesta de casas construidas de madera y fibras de bambú entretejidas. No hay calles rectas ni nada que se le parezca.
No hay restaurantes, aunque un par de tiendas con los productos básicos que cultivan y poco más, hacen las veces de tiendas.
Ni agua corriente, excepto un grifo comunitario donde sus habitantes llenan cubos y garrafas.
Ni electricidad, salvo al anochecer que encienden algunas bombillas gracias a placas solares o generadores.













Una vez en Pankam, se palpa la vida diario de los habitantes Shan.
Gente vestida cons sus típicos atuendos, los niños jugando y  pendientes del extranjero y los no tan niños ayudando en las tareas. Los más ancianos tejiendo en telares o fumando




















En la casa dónde íbamos a comer, nos recibieron con un té y agua.
Dentro de la casa se estaba muy bien, fresquito y a la sombra pudimos relajarnos un poco hasta la hora de la comida.













Por allí estaban las mujeres y los niños de la casa y les gustaba que les hiciese fotos, así que me aproveché.

















La comida fue sencilla, pero muy
sabrosa: arroz con multitud de salsas en distintos cuencos, y carnes variadas para ir mezclando.

Después del 'banquete' la gente empezó a aposentarse en plan relax y antes de caer dormida, cogí la cámara y me fui a dar una vuelta por la aldea.












Disfruté mucho de ese paseo en solitario, observando a la gente en sus tareas.
Fue entonces cuando me percaté de que en todo el viaje no habíamos coincidido con ningún otro extranjero, quizás porque salimos antes que nadie, y es cuándo empezaban a llegar un par de grupos pequeños de turistas que iban a otras de las casas de la aldea.














Ensimismada en lo que veía, me extrañó oír una voz, llamándome a lo lejos, en una aldea perdida del estado Shan. Era Ana, mi compañera, que me avisaba pues el resto del grupo continuaban, hasta el pueblo siguiente, dónde pensaban pernoctar.

También despedirnos de los guías y acordar la hora que queríamos regresar a Psipaw.

Les dijimos de salir una hora más tarde, para deambular otro poco por la aldea.
En ese tiempo, estuvimos también con la familia que nos dio la comida.













Me ofrecieron pintarme con thanaka, cuándo me dispuse a hacerle fotos mientras untaba a la niña.
Ya lo había probado en Bagan, es el 'maquillaje' que usan para protegerse del sol,














En la aldea, no podía faltar una especie de monasterio.


Ni monjes.
















Ese día también aprovechamos que íbamos a pasar varias aldeas, aunque con la caminata todo pesa y ya nos acordamos que vaya día para cargar con regalos para los niños, así que repartimos lo que llevábamos para deleite de esos niños.











A la hora prevista para salir de la aldea, se presentó solo una moto y nos dijeron que en 5 minutos llegaría la otra.
Por la dificultad del idioma (ya no estaban los guías), sabíamos que había surgido algún problema, pero que lo estaban solventando.

Enseguida supimos el motivo:
Micaela, cuándo llevaban un rato de marcha, dijo que prefería regresar a Psipaw al igual que nosotras y uno de nuestros motoristas fue a recogerla, hasta que buscaron una tercera moto que no estaba prevista.

El caso es que yo no sé porqué me había hecho a la idea de que el camino de regreso sería más fácil, quizás el que usan para las marchas más largas.
Obviamente el más corto, era el mismo que usamos de subida y fue el que usaron para bajar...  aquel camino de cabras,.
Al principio pensé varias veces que si ellos lo hacían a diario, tampoco tenía porqué pasar nada. Procuré agarrarme bien para no caer y que sea lo que tenga que ser¡¡¡ :-)
Una hora a una velocidad de vértigo, por entre aquellas piedras, pendientes y cruzándonos con otros que subían.
Y a pesar de todo volvería a subir, por el disfrute de aquella bajada.
Fue lo mejor¡¡¡ una montaña rusa increíble¡



Ana llegó tiznada, cómo si saliera de la mina después de una intensa jornada de trabajo.

Así que después de una merecida ducha, tocó ir a la peluquería y masaje.

Y para cenar quedamos con una pareja de Madrid que habíamos coincidido en el hotel, pero sin tiempo para nada, cuándo nos íbamos al trekking: Germán y Carol, que habían pedido un año sabático para recorrer Asia.
Micaela también se unió a la cena, aunque se marchó un poco antes, que estaba agotada, decía...















Al día siguiente nos lo tomamos más tranquilo, aunque alquilamos bicis con los madrileños y nos fuimos hacia las cascadas, aunque de camino paramos a ver pagodas y un monasterio o palacio shan cuyo interior solo se puede visitar una sala (dicen las guías), ya que se trata de una residencia privada, pero no había nadie que nos dijera nada y anduvimos por todas partes.







 Aparte de algún gato, sólo dos jóvenes monjes que estaban limpiando los cubiertos y vajilla.

Nos miraron sorprendidos de que anduviésemos por allí, pero nada más.

Hacía mucho calor afuera así que después de descansar un poco retomamos la bici.








Las bicis eran malas, malas... menos mal que la excursión tampoco era exagerada, por eso tuvimos que hacer 2 paradas para zumos. Esos zumos naturales que son una delicia¡












El tema del alquiler del taxi para Inle lake ha requerido una fina y elaborada negociación.
Aunque preguntemos a alguno de la calle, siempre lo tratamos también con el hotel, pues por el mismo precio, no hay duda: el del hotel.
El primer día nos dice que el Big bus son 15.000 y el taxi compartido 20.000.
Insistimos en un taxi para nosotras dos y en el trekking llamó por 2 o 3 veces al guía para ponerme al tfno y seguir 'tratando' el tema.
En la primera llamada dijo que 90 $ cada una. Menudo susto¡ le dije que lo que queríamos era un taxi privado, no un avión privado.¡








A la vuelta del trekking, me dice que ok¡, que en lugar de 90$ cada una, que las dos por ese precio.
Y cómo veníamos un poco chulitas, le dije que no se preocupase, que ya buscaríamos algo, que eso seguía siendo una barbaridad¡¡

A la vuelta de la excursión de hoy, ya me dijo que 90.00kyats (65€). Así ya sí, porque los madrileños hicieron el viaje en el bus en sentido contrario (desde lago Inle a Psipaw) por 30.000 en 16 horas¡¡¡
Lo nuestro se supone que son unas 6 horas y el coche para nosotras solas y desde la puerta del hotel.




Datos prácticos:
el trekking de 2 días y 1 noche unos 30.000 kyats por persona (menos de 4 personas)
incluye guía, una noche en una homestay, 4 comidas (además de té y algún tentempié en las paradas) y el tuktuk de la cascada a Hsipaw.
el trekking de 3 dias y 2 noches: 70.000 kyats persona (menos de 4 personas). incluye guía, 2 noches en homestays, 7 comidas (además de té y tentempié en las paradas) y el tuktuk de la cascada a Hsipaw.
y el trekking de 1 día: 15.000 por persona, incluye el guía (en nuestro caso dos), 1 comida y los tés . Y  8.000 kyats persona la motobike que nos hizo el camino de vuelta desde la aldea de PanKam
Hotel: Lily the Home: 35€ habitación/noche (ésta era de las más caras, una hab. muy grande y con terraza. Los madrileños que tienen un año y van más limitados tenían una muy pequeña y con baño compartido. Así que hay varias opciones)
Restaurantes: La Terrace, The Sand


















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