jueves, 24 de julio de 2014

Olympic National Park y Costa de Oregon


 Olympic National Park y Costa de Oregon


Tras un viaje en ferry pasado por agua, desembarcamos en la península olímpica. Esta península ocupa gran parte del territorio del estado de Washington. Su geografía se caracteriza por los bosques húmedos, fruto de las montañas que se encuentran al este, y que provocan un volumen de precipitaciones muy alto. También son comunes, en la costa, playas infinitas y multitud de ríos que cruzan el paisaje.

Al empezar a diseñar el viaje teníamos claro que los puntos fuertes serían el Gran Cañón, Monument Valley, Yellowstone, incluso Nueva York. Como la disculpa de este viaje era asistir a una boda la decisión de visitar esta zona era un poco por proximidad, más que porque fuese un objetivo que tuviésemos en mente. Por eso comentaba en la anterior entrega que no veníamos con muchas espectativas puestas en esta zona pero, nada más bajar del Ferry y adentrarnos en los frondosos bosques quedamos maravillados por, posiblemente, la única zona que conozco que es más verde que Asturias. Además, siendo un sitio tan lluvioso tuvimos muchas suerte con la climatología, puesto que apenas nos llovió, excepto el trayecto en ferry.

 
 
 
 


Una vez nos adentramos en la península, tuvimos que cruzar entre varias subpenínsulas dentro de la principal por varios puentes. Nuestra idea era rodear la penínsulas por el Norte para volver al Estado de Oregon bajando por la costa y por el medio disfrutar del Parque Nacional y sus bosques húmedos, pero antes teníamos varias paradas intermedias no menos importantes y atractivas. Tras atravesar uno de esos puentes hicimos una parada técnica, sacar unas fotos y recorrer unos kilómetros por una carretera más secundaria.



 
 


Una vez explorados los primeros rincones de este nuevo paisaje seguimos nuestra ruta en dirección a Port Townsend, un pueblo ubicado en la esquina Noreste de la península. Se trata una moderna villa que combina perfectamente la modernidad de su arquitectura con la tradición de un pueblo pesquero. Eran alrededor de las 9 de la mañana, así que nos detuvimos en una acogedora cafetería para tomar un café con una especie de gofres que la verdad estaban bastante buenos.



Después del segundo desayuno del día dimos una vuelta por el pueblo, que la verdad, además del muelle, no tiene mucho más que ver.








Vuelta a la carretera, parada técnica en Port Angeles, que no es muy atractivo, para comprar la comida (hoy tocaba bocadillos en ruta), y nos adentramos en las carreteras, con inmensos árboles a ambos lados de la ctra. Comenzamos a adentrarnos por momentos en el Olympic National Park y a sentir la magia de este lugar. Parece un bosque encantado.


 










 







































 



La carretera 101 va bordeando la costa hasta su bifurcación con la 112. A partir de ahí, la 101 se adentra en el interior, bordeando los bosques húmedos y atravesando lagos y ríos. Se trata, sin duda, de una de las carreteras más bonitas que hemos visto nunca. No obstante, a partir de esa bifurcación se denomina a la carretera Olympic Highway. Además, algo que nos llamó bastante la atención es, además de lo poco poblado que está toda esta zona, que no hay apenas turismo.  Poco después de pasar por el lago Crescent, en el cual hicimos otra parada técnica, vislumbramos una entrada al Olimpic National Park y decidimos adentrarnos en el parque para comer los bocadillos que teníamos preparados. Encontramos una zona de descanso con unos bancos y una mesa que nos vino como anillo al dedo. Al lado, una advertencia de no dejar comida al aire libre porque puede venir osos...Después de comer dimos una vuelta de reconocimiento, descubriendo un río que estaba detrás de los árboles.

 













 

 
 














 


 Seguimos nuestra ruta, y como íbamos bien de tiempo, cogimos las carreteras 113 y 112, con el objetivo de llegar hasta la esquina del estado, y acercarnos nuevamente a la costa. Paramos en un pueblo que se llama Clallam Bay a echar gasolina, y allí fliparon con ver gente de España. A partir de ahí la carretera bordea el mar a lo largo del estrecho de Juan de Fuca, que separa Estados Unidos de Cánada. La mayoría de los pueblos de esta zona son de pescadores, y precisamente paramos en un embarcadero, llamado Snow Creek, en la que vimos una de las mejores representaciones de lo que es la vida del pescador.









Continuamos nuestro camino hasta llegar a la esquina más occidental del Estado, donde se encuentra Neah Bay, famoso por ser un pueblo con tradición ballenera, donde habitan los Makah, una tribu de indios nativos americanos que ha tenido bastantes problemas con las autoridades, al haberse regulado la caza de ballenas, que precisamente ha sido su medio de vida durante más de 3000 años. 

Con las últimas horas de luz dimos la vuelta en dirección a Forks, donde pasaríamos la noche. Este pueblo saltó a la fama gracias las novelas de cuestionable calidad de Crepúsculo, donde vampiros y hombres lobo empiezan a salir de la pubertad. Afortunadamente el único parecido con el pueblo de la novela es el nombre, y también  afortunadamente, salvo un par de carteles, en el pueblo tampoco buscan sacar rédito de esta inesperada fama. Dormíamos en el Pacific Inn, un motel en la carretera principal del pueblo con muy buenas habitaciones. En general casi todos estos moteles de carretera en Estados Unidos tienen bastante nivel. Pedimos a la dueña alguna recomendación para cenar, y tras indicarnos un par de sitios decidimos ir al Blakeslees Bar and Grille. En la entrada un cartel indicaba que los menores de 21 años no podían entrar...y las armas tampoco estaban permitidas. Pedimos un buen Steak y unas cervezas, y estaba todo bastante bueno y bastante económico.

Al día siguiente, tras desayunar rumbo nuevamente a la costa, pero ya en la zona Oeste, dejando atrás el estrecho de Juan de Fuca y viendo nada más que el oceáno Pacífico. La primera parada la hicimos en la Third Beach, para realizar un recorrido de unas 3 millas ida y vuelta (unos 5 km) que atraviesa primero unos bosques húmedos para desembocar en una playa gigantesca.






















 












Tras hacer el recorrido de vuelta nos acercamos a la First beach (hay 3), a la que se accede directamente con el coche y que está al lado de La Push, una comunidad de la reserva India de Quileute, donde vive la tribu que da nombre a la reserva.

Y lo que hace singular a más no poder son los troncos de árboles centenarios que se amontonan apilados en desorden a lo largo de la arena.Más arriba, en el parque nacional Olympic, los glaciares arrancan los grandes árboles durante el invierno y tras desprenderse por los barrancos muchos caen al lecho fluvial y son arrastrados río abajo hasta el mar.
Más tarde las corrientes y los fuertes vientos terminan por devolverlos a tierra a lo largo de todo el litoral de esta salvaje península.










Otra vez nos adentramos al interior en dirección al Hoh Rain Forest, el bosque lluvioso más famoso de todo el Parque Nacional. En este fue el único sitio donde notamos la presencia realmente de turismo. En el resto del Parque apenas coincidimos con nadie, lo que da un valor añadido al destino. La verdad es que este bosque parece sacado de un cuento de hadas.













 Una vez hicimos un recorrido intermedio (hay rutas de hasta 20 km) volvimos al coche para continuar descendiendo hacia el sur por la costa Oeste. Teníamos pensado visitar el lago Quinault, pero todos los accesos eran privados, y nos quedamos sin llegar a la orilla. Al menos los paisajes seguían siendo alucinantes y tampoco tuvimos la sensación de haber perdido mucho el tiempo.

 

Cuando ya nos rendimos pusimos dirección a Ocean Shores, ya fuera del Parque Nacional, donde haríamos noche. Oasis Motel fue el alojamiento. Nos dieron un buen apartamento con dos habitaciones y bastante nuevo. Muy bueno, para cenar nos recomendaron el Alec`s, un restaurante bastante genuino, en el que cenamos bastante bien. Tienen buen pescado al ser un pueblo costero. 



Al día siguiente seguimos nuestro camino hacia el sur por la costa, parando en varios pueblos de camino; Astoria, Warrenton, Seaside...hasta llegar a Cannon Beach y al Eccola State Park, ya en el estado de Oregon. Al estar más al sur y haber escapado de las particularidades climáticas que rodean la penínusla olímpica, esta zona es más calurosa y hay más turismo enfocado a las maravillosas playas. Hay bastante tradición de surf también.










Las ballenas



Al final fuimos bajando por la costa hasta Newport, y como se nos estaba haciendo tarde pusimos rumbo hacia Portland, haciendo noche poco antes de llegar a la ciudad, donde, además de devolver el coche, teníamos que coger un vuelo rumbo a Salt Lake City, para allí dirigirnos al primer Parque Nacional de todo Estados Unidos, el de Yellowstone...

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