domingo, 3 de julio de 2011

De Epupa a Palmwag

 3 de julio Opuwo

Salimos de Epupa Falls poco más de las 8 y cómo a 7 km. nos encontramos con una tribu himba, primero 2 niños, después otros 2, luego nos acercamos a la tribu dónde estaba el resto: mujeres y más niños. Les dimos el azúcar, harina a las mujeres y los caramelos los fuimos distribuyendo pues había alguno que repetía antes de darles a otros y húbo que poner orden.  Pasamos casi 1hr. muy tranquilos, nos dejaron hacer todas las fotos que nos apetecía, y enseguida empezaron a desplegar las cosas que hacen, para vendernos.
A las 12 llegamos a Opuwo y dispuestos a seguir de lodge (que le cogimos gusto, vamos) y hala! otra vez tuvimos suerte (no hay mucho turismo y por eso nos hacen buenos precios).
Tenía una piscina con unas vistas tan fantasticas y un cesped tan apetecible que, después de comer un cafelito y p'allá. Intentos vanos de internet y a intentar meterse al agua que estaba fría de narices. Pero siendo del norte, cómo nó! Superado el inicio, luego una maravilla. Solecito, lectura y relax hasta la puesta de sol.

La cena a base de bufet, el mejor bufet en toda mi vida. (!siete platos que me metí!) Estaba todo delicioso y había que probarlo, incluso repetir.  Ya lo recomendaba la guía, tiene fama el cocinero, vamos.

4 de julio Palmwag

Salimos cómo siempre, pasadas las 8 a cambiar dinero y suministros de comida y bebida para el camino que, no imaginabamos sería otra vez más de lo mismo. Allí empezamos a ver otra etnia, los herero, que llevan unas ropas muy coloridas y unos gorros atravesaos en la cabeza (las mujeres).



Al poco de salir, nos encontramos el camino totalmente ocupado por vacas, pero muchas, yo qué sé, no se veía el final y 3 tíos atizandoles unos palos que las llevaban al galope y era imposible pasar. Se acercó uno a caballo y con bastante mal gesto empezó a pedirnos agua, tabaco, mechero, dinero... por éste orden y sin dejar de mirar dentro a ver qué capiscaba. Le dijimos que nó a todo y se alejó con peor gesto que traía y venga atizarle al ganado, hasta que vieron una en el suelo (muerta o desmayada) y entonces con esa distracción, nos fuimos metiendo cómo pudimos pues ya íban más tranquilas. Un poco de susto.

Nos esperaba un puerto con el que no contabamos, camino de tierra y filo arriba que, gracias a la reductora va subiendo cómo un tractor.

Mucha vaca, cabra, gacela, cebras. Seguimos viendo también muchos himbas con los animales, en sus poblados y también los herero.
Varias señales de elefantes, y el camino lleno de sus
"restos", pero no vimos ninguno.
En el Lodge de Palmwag conseguimos mejor precio que en ningún sitio con cena incluida (buenísima al igual que el desayuno). La sorpresa fué que al día siguiente a la hora de pagar ya no se acordaba del trato del día anterior y húbo que dar un puñetazo encima del mostrador.
El sitio precioso, con un waterhole y el entorno de la sabana más auténtica. Dimos un paseo por los alrededores hasta la puesta de sol, cómo siempre.


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